El bandoneonista y compositor Daniel Ruggiero estrena "Piazzolla para orquesta típica", un álbum que revela el lado menos explorado de la obra del destacado músico marplatense.
"Piazzolla para orquesta típica" surge en el marco del homenaje a Astor Piazzolla realizado en el Centro Cultural Kirchner, donde se celebró el centenario de su nacimiento. En ese contexto, una destacada orquesta interpretó las obras de su célebre Orquesta del 46, así como arreglos que el marplatense escribió para la orquesta de Aníbal Troilo y la de Francini/Pontier.
“En ese marco, me acerqué a esas músicas que conocía, pero que al trabajar con las transcripciones y desgrabaciones del material, fui redescubriendo. De ese modo me encontré con un Piazzolla que no todos conocemos. Y es que desperdigadas en esas partituras aparecían las ideas que Piazzolla luego va a desarrollar y profundizar”, explicó Ruggiero. “Es una dimensión que no está tan puntualmente enfocada y que vale la pena rescatar. Esos arreglos, con tanta escritura y tantas dificultades técnicas para ser ejecutadas, estaban al servicio de un baile popular, y eso me pareció muy interesante”, subrayó el músico sobre una faceta no tan explorada de Astor Pantaleón Piazzolla.
En “Piazzolla para Orquesta Típica”, Ruggiero buscó ofrecer una visión profunda del Piazzolla arreglador y bailable, el compositor que comenzaba a escribir, dirigir sus propios proyectos y consolidarse como un arreglador profesional.
“El que vamos a encontrar en este trabajo es el primer Piazzolla siendo Piazzolla, porque el primer Piazzolla es el que le hacía los arreglos a Troilo. Estos proyectos son los primeros que él encara separado de esa orquesta. Aquí encontramos los arreglos tanto para su propia Orquesta del ’46, como para Fiorentino, Troilo, José Basso o Francini/Pontier. Vemos la maestría de Piazzolla, que podía escribir el estilo para cualquiera de estas orquestas”, dijo Ruggiero. Y ejemplificó: “En los arreglos para su orquesta, generalmente encontramos una intervención destacada del violín, con momentos de lirismo, y de los bandoneones en fila, con instantes rápidos en las variaciones; no hay solos de bandoneón. Sin embargo, en los arreglos para Troilo, por supuesto que hay un solo de bandoneón para mano izquierda. Piazzolla sabía perfectamente para quién escribía y lo hacía como un sastre. Y esa es una masterclass para todos nosotros”.
“Piazzolla para Orquesta Típica” fue registrado con una orquesta compuesta por Mariano Manzanelli (piano), Cristian Basto (contrabajo), César Rago, Manu Quiroga, Ornella Restifa y Julio Domínguez (violines), Maite Unzurrunzaga (viola), Jacqueline Oroc (cello), y Nicolás Velázquez, Natsuki Nishihara y Damián Foretic en bandoneones, con dirección y bandoneón de Daniel Ruggiero.
Según Ruggiero, encarar este proyecto implicó asumir un reto técnico de gran complejidad: “Cumplir con toda esa música escrita y hacerlo con swing, como lo hicieron en su momento Atilio Stampone, Leopoldo Federico, Roberto Di Filippo y Piazzolla, fue el gran desafío que asumimos. ¿Te imaginas lo alucinante que sería escuchar a la orquesta tocando estos arreglos en un club de barrio en los años ‘40?”
“Esos arreglos que hoy suenan muy modernos, eran realmente muy complicados. Imaginemos que esos eran los tiempos de Ángel D'Agostino y de Vargas, del primer Pugliese, que todavía estaba muy influenciado por Julio de Caro, igual que Juan D’Arienzo. Tiempos, donde ‘Pichuco’ también tenía un estilo más ligero, y no tan pesado como el que conocimos después. En ese marco, Piazzolla, comenzaba a ser Piazzolla”, explicó a Cacodelphia.
Al ser consultado sobre la recepción que tuvieron estos arreglos por parte del público y los músicos, manifestó que, en un primer momento, fueron bien aceptados y que muchos músicos expresaban su deseo de tocar con él. “Muchos querían tocar con él porque era un tremendo desafío (...) Recuerdo haber escuchado un reportaje donde Leopoldo Federico contaba que, cuando lo llamó Piazzolla, como se la vio venir, mandó el bandoneón a que le arreglen toda la parte de los resortes, para que las teclas volvieran rapidito y el instrumento fuera más ágil”, explicó.
Las influencias que se escuchan en este Piazzolla de los años 40, contó Ruggiero, tienen que ver con el tango tradicional y los estilos de grandes maestros como Aníbal Troilo y Horacio Salgán. Además, también se percibe la influencia de la música jazz, señaló.
“Escucho mucha influencia de Troilo, sobre todo en los arreglos del ’46. En las variaciones, siento mucho de Charlie Parker; por ejemplo, en ‘El desbande’, que no está en el disco, y en la parte del piano escucho algo de Salgán. También se dejan escuchar algunos elementos del jazz. ‘Villeguita’ es un tema dedicado al Mono Villegas, y en todas esas variaciones de bandoneón hay una irregularidad que evoca un tango jazzero”, señaló.
“Es decir, aquí encontramos a Piazzolla comenzando a formar su propio estilo, el que empieza a romper el cascarón desde adentro, corriendo un poquito los límites de lo que era hacer tango en los años 40 y 50. Luego se va a mudar a París, donde estudia con Nadia Boulanger. Luego regresó creó el Octeto Buenos Aires y ahí terminó de romper con todo. Pero en esta etapa forma parte de una orquesta típica, con cantor, un repertorio bailable, temas propios y también clásicos de Julio De Caro y Arolas; una orquesta más, pero con mucho estilo, que no es poco”, dijo.
Cuando Piazzolla dejó la orquesta de Troilo, tuvo una conversación en la que le expresó: "Mira, yo ya necesito poner lo que estudié en otro lado". Esta decisión marcó un punto de inflexión en su vida artística, ya que la famosa goma de Troilo chocaba con sus aspiraciones y lo que realmente deseaba expresar musicalmente, explicó Ruggiero.
“Piazzolla se va de la Orquesta de Troilo y arma su propia orquesta, donde presenta un repertorio que revela todo lo que vendría después. Aquí encontramos su forma de escribir que desafiaba las convenciones establecidas, transformándolas en un lenguaje nuevo y emergente. Y desde la perspectiva musical, es fascinante comprender cómo se construye una obra a partir de la combinación perfecta de sus elementos. Además, acercarse a estos repertorios permite vislumbrar el pensamiento de un genio, explorando hasta dónde podía llevar la orquesta típica y cuánto podía extraer de su necesidad de crear”, repasó.
Una obra para seguir recorriendo
Al preguntarle sobre qué está pasando con la figura de Piazzolla en los últimos tiempos, donde se viene revisitando su obra, el bandoneonista, indicó que hay un notable renacer en el interés por su música, con nuevas versiones que celebran su legado en el tango.
“Creo que la discusión sobre la carrera de Piazzolla la hemos saldado y hoy se puede transitar su obra sin tantos complejos”, dijo. “Piazzolla fue alguien muy inquieto que escribía un repertorio entero, grababa un disco, lo desarmaba y ensayaba poco porque no le gustaba repetir. Fue uno en un millón; era nuestro, y hay que disfrutarlo y apreciarlo todo, para entenderlo en su real dimensión. En mi caso personal puedo decir que ´ser uno mismo´ es el mejor consejo que me dio Piazzola, a quien nunca conocí”, sumó.