A mitad de camino entre la historieta tradicional y la novela gráfica, esta obra ilustrada y guionada por la autora platense sigue a un grupo de turistas por los cerros de Jujuy en su búsqueda de un portal hacia el infierno.
En su flamante libro Chamán, Carina Altonaga se encarga de ilustra y guionar el espeluznante viaje de un grupo de amigos al carnaval de Jujuy. Lo que empieza siendo una placentera aventura turística toma un rumbo macabro a partir del encuentro con “El Tío” Severino, un chamán que los guía hasta la cima de un cerro, donde se dice que una vieja mina abandonada sirve de portal para entrar al infierno.
“Todas mis historias tratan sobre traumas y son un poco perturbadoras, abarco distintos géneros, pero siempre trabajando dentro del terror y del misterio. Este es un terror más local, habla de cosas cotidianas, de creencias propias de nuestra cultura”, introduce Altonaga sobre este trabajo recientemente editado por Primavera Revólver como parte de su colección Trouz, abocada especialmente a publicar obras integrales.
Para la autora, la trama de Chamán se compone a partir de “una mezcla de historias y leyendas que me contaron, algunas de gente muy cercana que me venía diciendo que en tal lado se pide y se retribuye; estaba el tema de las minas, de los cerros, de la energía, cosas que hablan un poco de nuestra cultura, del arquetipo que tenemos de cómo se piensa al diablo porque tenemos una idea más europeizada o románica de eso y en esta historia se manejan otras cuestiones energéticas, surgió de eso que me contaban y de lo que a mi me pasa”.
En 2016, Altonaga publicó El petiso orejudo, con guiones de Pablo Barbieri, a través del sello Loco Rabia. Posteriormente plasmó su trabajo en publicaciones como Historieta Revólver, la revista española Cthuluh y en la antología Historias de Brujas de Maldragón Editorial. Chamán es el primer trabajo de largo desarrollo donde se ocupa de ilustrar y guionar, destacándose por el tratamiento exclusivamente digital que le dio a la imagen.
Sobre este abordaje estrictamente digital de Chamán, Altonaga dice que “el proceso de hacer una historieta es cada vez más digital que tradicional, por una cuestión de tiempos de edición y corrección, se tarda un poco más con lo tradicional. La cuestión es encontrarle tu estilo gráfico. Yo tengo una impronta más gestual, a veces lo digital te hace una línea intermedia más fría, más pulida. Amigos me dijeron que si probaba lo digital no volvía más, y es así, tiene más herramientas y te permite más cosas”.
Sobre sus próximas publicaciones, la entrevistada adelanta un proyecto en el que viene trabajando y que parece compartir algo del mismo espíritu que caracteriza a Chamán: “Tiene que ver con hoteles abandonados en Argentina, hice un rejunte de eso y una historia que sucede en uno de estos hoteles. Habla de fantasmas, de cazafantasmas, con una metafora que habla de eso: vos vas a buscar fantasmas, pero en realidad te encontras con tus propios fantasmas”.
A modo de cierre, la autora ofrece una conclusión sobre la importancia de contar sus propias historias: “Trabajé un poco para afuera, pero digamos que para mí eso sólo es un trabajo y esto pasa por otro lado, pasa por contar historias de nosotros. Me siento más cómoda con lo que se cuenta, con cómo lo recibe el público también. Esta bueno que nosotros contemos historias nuestras, esa es la historia de la historieta nacional, no digo que se perdió, pero en el género a veces terminamos contando historias más ajenas que nuestras”.