Con Victoria Villarruel a la cabeza, el Gobierno insiste en forzar una discusión saldada. Un revival, ahora oficial, con argumentos poco sólidos, mentiras y muchos tuits. La voz de Matías Bailone, jurista especializado en Derecho Penal y Criminología, rebate los puntos uno por uno.
Matias Bailone es investigador posdoctoral del Instituto de Derecho Penal Europeo e Internacional, ha desarrollado una tarea destacable en el debate público en torno a los crímenes de Estado ocurridos en Argentina y los procesos de Memoria, Verdad y Justicia.
A la hora de señalar una distinción entre un delito de lesa humanidad y un genocidio, Bailone explica que “definiciones hay muchas, están las jurídicas, las doctrinales que se dan desde diversos ámbitos, pero no se sabe lo qué es un crimen de lesa humanidad, este es un debate interno hacia el mundo del derecho internacional, pero que justamente no lo han definido, y aún la Convención de Roma, que pone blanco sobre negro, tampoco lo define”.
Entrevistado en Los Mundos Posibles, enfatiza que “se prefiere el término genocidio, en términos jurídicos, sociológicos y de memoria histórica, porque es más preciso, en cambio lesa humanidad es un término vago e impreciso”, y recuerda que “la Convención de Naciones Unidas, que estabelece la imprescriptibilidad de los crímenes de lesa, no define lo que son, sino que deja abierto, y hay que reconocer que el derecho internacional y humanitario no es un campo homogéneo y sin disputas, sino todo lo contrario, hay disputas ideológicas muy fuertes”.
La vicepresidenta Victoria Villarruel considera como terroristas las acciones de Montoneros y del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), y busca justicia bajo la idea de “la memoria completa”. Sin embargo, Bailone asegura que no son situaciones comparables a los crímenes de lesa humanidad: “Es un revival de la teoría de los dos demonios recargada, lo que se pretende hacer es consensuar que todo está mal, todo es igual, para que quedemos en un consenso, pero no se adquiere de esta manera un acuerdo sobre la historia igualando los demonios, y mucho más sobre una historia traumática”.
”No son crímenes de lesa humanidad, mucho menos un genocidio, porque esas organizaciones no tienen capacidad para cometerlos, no tienen capacidad objetiva de daño, pero son crímenes, que fueron castigados en la transición democrática”, agrega y concluye: “Hay que decirle que uno de los grandes temas de diferenciación, más allá de la distinción semántica, en términos de definición jurídica y sociológica de lo que son, estos crímenes fueron juzgados y condenados con la formalidad y legalidad de la época, muy pocos, como sabemos, y en muchísimos casos con el propio crimen de Estado”.
Por último, el entrevistado asegura que “no olvidemos que los crímenes de Estado eran, al mismo tiempo, un castigo supuesto, obviamente ilegal, torturar a una persona en un campo de concentración no se puede considerar un castigo del sistema punitivo; el propio despliegue del aparato represivo del Estado genocida del ´76, en palabra de los propios perpetradores, tenía una ‘justificación’ de lo hacíamos porque ellos eran terroristas, en su propio discurso del terror funcionaba como un castigo”.