El nombramiento del ultraderechista Michel Barnier se produce tras unas elecciones no concluyentes, donde el bloque de izquierda tiene el mayor número de escaños en la Asamblea Nacional. “Donde está mi voto”, fue el mensaje unánime de los manifestantes.
El fin de semana hubo marchas en más de 150 ciudades de Francia, y solo en París, 160 mil personas, donde marchaban con pancartas preguntándose “Donde está mi voto”, en rechazo al nombramiento de Michel Barnier como nuevo primer ministro por parte de Emanuel Macron, que rompe con la normativa de elegir al candidato del espacio con mayor cantidad de diputados, que hoy es del Nuevo Frente Popular.
“Esta costumbre democrática de darle el primer ministro al que más diputados tiene, se rompió, porque Macron descartó de plano siempre la posibilidad de nombrar como candidata a Lucie Castets del Nuevo Frente Popular (NFP), y dilató dos meses todo lo que tiene que ver con la decisión, tratando de dividir al espacio y buscando transar con el Partido Socialista”, explica Alejandro Palombo, Licenciado en Ciencias Políticas.
La estrategia del presidente de francés fue buscar que el Partido Socialista traicione a sus compañeros del NFP y así poder nombrar un primer ministro con el acuerdo del socialismo. El secretario general del partido descartó caer en las argucias del macronismo.
“Los que salieron a marchar son agrupaciones estudiantiles, incluso ONG, la propia Francia Insumisa, ecologista, los pilares y sostenes de las movilizaciones”, cuenta. El próximo 1 de octubre volverán a manifestarse con la consigna de que se respete la democracia.
En diálogo con Los Mundos Posibles, el columnista recuerda que en Francia hay dos figuras centrales, el presidente y el primer ministro. El líder presidencial sale por la elección del voto popular, mientras que el segundo surge de los acuerdos entre el presidente del parlamento y el mandatario.
“Entonces, ya sin chance, lo que hace Macron es dar un giro de 180 grados y ponerse a negociar con Marine Le Pen. Y ahí sí logra con ella nombrar a Michel Barnier, que sube muy condicionado políticamente por la extrema derecha que lo puso ahí, demasiado vuelo propio su partido no tiene. El hilo por donde está haciendo el equilibrio Macron cada vez se pone más delgado y ya recurrió a cualquier cosa. Y el primer ministro que puso es muy débil”, concluye.