El jefe del Ejército Guerrillero del Pueblo fue asesinado a manos de la dictadura, en medio de varias hipótesis. ¿Azar, un infiltrado en la organización, o un dato que los entregó?
La tarde del lunes 19 de julio de 1976 el departamento de Villa Martelli fue atacado por cuatro hombres del ejército. Mario Roberto Santucho muró en el tiroteo, Benito Urteaga salió del edificio casi muerto, y se llevaron vivos a Liliana Delfino (esposa de Santucho), Ana María Lanzillotto y un niño de dos años.
Mario Santucho, su hijo, es periodista, escritor y editor de la revista Crisis, lleva adelante una larga investigación en búsqueda de saber lo que pasó. “En este caso de mezclan diversas dimensiones, mi biografía, mi experiencia familiar, y la historia política contemporánea del país. Todavía vivimos sobre los efectos de aquellas intervenciones, sobre las cuales ahora se están imprimiendo otras formas de crueldad”, considera.
En comunicación con Los Mundos Posibles, Santucho cree que es clave la construcción de otro vínculo con el tiempo, “es fundamental saber que la historia y la memoria siempre te desborda, es un campo de posibilidades que emergen con una lógica autónoma, uno puede como investigador tener un método, insistir, tener un propósito pero muchas veces la realidad te sorprende”.
El nombre de Mario Roberto Santucho representaba un símbolo político, era la figura máxima del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) una de las dos organizaciones político guerrilleras más reconocidas del país. Fue uno de los militantes de izquierda más emblemáticos de la década del 70. Activista universitario, militante del Frente Revolucionario Indoamericano Popular y uno de los fundadores del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).
La crónica sobre la investigación se encuentra publicada en la última edición de la revista Crisis (Nº62, correspondiente a mayo y junio de 2024). Sobre el lugar del periodista cuando existe una vinculación familiar directa en el caso, Santucho asegura que se debe "tener esa capacidad crítica de ver qué hay un giro de la historia que te sorprende, es fundamental para estar disponible en ese momento de apertura del sentido”.
“Nuestra memoria de luchas y de derrotas siempre tiene que ser una herramienta para la resistencia, para cuestionar el poder, que produce verdades que no se pueden desmentir, pero uno sabe que no son históricas, son justamente eso, verdades del poder”, afirma.
Por último, señala que es importante estar dispuesto a comprender que la historia tiene giros sorprendentes, imprevistos: "De repente ese pasado aparece de manera inquietante y la gran sabiduría sería construir esas interpretaciones que te reclama el presente y la época, por eso hay que hacerlo desde una ética fuerte, que no se negocia”.
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