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“Nunca se necesitó tanto el pensamiento de Jauretche como en este tiempo”

Fue uno de los pensadores más originales, agudos e influyentes de la historia de la política nacional. Este 25 de mayo se cumplieron 50 años de su fallecimiento.

“Jauretche peleó contra los mismos intereses que peleamos hoy, por eso es tan necesario su pensamiento”, asegura Ernesto Jauretche, sobrino del ensayista, político y periodista que falleció hace 50 años.

Abogado, ensayista y político, Arturo Martin Jauretche nació en Lincoln, provincia de Buenos Aires, el 13 de noviembre de 1901 y falleció hace 50 años, un 25 de mayo de 1974. Fue hijo de un dirigente del Partido Conservador y una maestra, y tuvo siete hermanos. Militó en su juventud en el Partido Conservador para luego enrolarse en el radicalismo, en 1922, dentro de la corriente yrigoyenista. Tras el golpe de Estado contra el presidente Hipólito Yrigoyen, en 1930, fue protagonista de la lucha callejera contra los gobiernos de los generales José Félix Uriburu y luego de Agustín P. Justo. Formó parte en el alzamiento de los coroneles Roberto Bosch y Gregorio Pomar en los combates de San Joaquín y Paso de los Libres (Corrientes), el 29 de diciembre de 1933, donde fue tomado prisionero luego de este ultimo levantamiento radical. En la cárcel, escribió un poema donde narró la insurrección de los seguidores de Yrigoyen: El paso de los libres, que tuvo prologo de Jorge Luis Borges. En las luchas internas del radicalismo dirigió los grupos “Continuidad jurídica” y “Legalista”, que se oponían a la dirección de Marcelo Torcuato de Alvear.

“A 50 años de su muerte, nunca hizo tanta falta don Arturo Jauretche como en este tiempo, ya que la Patria nunca estuvo tan en peligro. Es cierto que hubo momentos dramáticos, pero desde 1955, no hubo un momento más trágico como este en nuestra historia”, asegura Ernesto Jauretche.Siento que don Arturo es una necesidad hoy en día y que la sociedad lo demanda. Y eso me llena de emoción, porque es mi tío, porque lo he conocido y he militado con él”, suma en diálogo con Cacodelphia.

“Don Arturo tuvo una manera de comunicar muy criolla, no daba fórmulas técnicas científicamente producidas a partir de la academia y del pensamiento intelectual, sino que hablaba desde el llano. Invitaba a militar con alegría, porque, decía que ´los pueblos no odian, los que odian, son los que pierden privilegios´. Y esto es todo un tema para retomar hoy en día, ya que quienes nos gobiernan, vienen a reivindicar sus privilegios, cercenando los derechos que le corresponden al resto de la sociedad”, expresa.

Con un estilo muy coloquial, Arturo Jauretche desarrolló y difundió su escritura en folletos, polémicas y libros, en lo que no se privo de exhibir su gran erudición literaria y su agudeza intelectual. “Don Arturo fue un personaje que admire profundamente y que de algún modo fue mi guía y mi maestro. Tuve con el épocas conflictivas y no tanto”, recuerda su sobrino.

“En la década del ´60 fui su editor, su secretario y el que llevó adelante la producción de varios de sus libros, porque don Arturo no sabía escribir, solo dictaba. Tenía una caligrafía terrible, entonces, sino tenía alguien que le tipeara era imposible. Y escribía sobre temáticas que abordaba desde el más alto nivel histórico científico y luego un documento para la agrupación metalúrgica de Florencia Varela, ya que estaba permanentemente metido en la realidad, no era un tipo que escribía desde la cúspide del pensamiento, estaba involucrado con el conflicto inmediato y tenía conciencia histórica. Don Arturo sabía que estaba construyendo ideología, aunque estuviera escribiendo panfletos. Por eso que su pensamiento tenga hoy semejante importancia, es algo que me alegra muchísimo como te podrás imaginar”, rememora.


Arturo Jauretche es autor de de El paso de los libres (1934), El plan Prebisch - Retorno al coloniaje (1955), Los profetas del odio (1957), Ejército y política (1958), Política nacional y revisionismo histórico (1959), Prosa de hacha y tiza (1960), FORJA y la década infame (1962), Filo, contrafilo y punta (1964), El medio pelo en la sociedad argentina (1966), Manual de zonceras argentinas (1968), Mano a mano entre nosotros (1969), De memoria - Pantalones cortos (1972).

FORJA

En 1935, Jauretche fue inspirador y motor del movimiento denominado FORJA (Fuerza de Orientación Radial de la joven Argentina), en el que juntamente con Gabriel del Mazo, Luis Dellepiane, Homero Manzi y Manuel Ortiz Pereyra, entre otros, enfrentó la conducción oficial partidaria del radicalismos dominada entonces por el alvearismo. El manifiesto creador del movimiento al que también se acercará Raúl Scalabrini Ortiz, revela la voluntad de “realizar los fines emancipadores de la Revolución Americana, contra las oligarquías como agentes de los imperialismos en su penetración económica, política y cultural que se oponen al total cumplimiento de los destinos de América”. Para ello, FORJA, abría sus puertas a “todos los radicales y particularmente a los jóvenes que aspiren a intervenir en la construcción de la Argentina grande y libre soñada por Hipólito Yrigoyen”.


En este punto, Ernesto recuerda que “el golpe de septiembre de 1930 derribó el primer intento de tener una política nacional desde el Estado, porque hasta entonces, habíamos sido una especie de Estado libre asociado a Inglaterra. Sobre todo a partir de la caída de las montoneras y la derrota de Juan Manuel de Rosas, que significo una dependencia total al imperio inglés”. En ese marco, el escritor y periodista, repasa las palabras de Yrigoyen, quien luego de ser derrocado, aseguró que había que empezar de nuevo. “Y empezar de nuevo –dijo- significaba para Yrigoyen, comenzar con la reconstrucción del concepto de Nación, de país y de ese modo reconstruir las bases sociales de una Patria. Y eso es lo que los forjistas recogen, por eso dicen: ‘somos un país colonial, queremos ser un país libre´. Y es que para Hipólito Yrigoyen, empezar de nuevo, significaba, refundar la Patria, desde el pensamiento nacional, popular y revolucionario”.


El nacimiento de FORJA, significó “una ruptura epistémica, es decir, hay una manera de pensar antes y después de FORJA (...) Manzi, en ese sentido, tuvo una importancia fundamental, ya que era entonces el mejor de los radicales yrigoyenistas de la época. Y eso significaba, una continuidad histórica del yrigoyenismo, con los caudillos federales y con Juan Manuel de Rosas. Manzi será quien le dé a Jauretche, el entronque con toda esa historia nacional”.
Homero Manzi fue un militante político, fundador de FORJA y poeta, nacido como Homero Nicolás Manzione Prestera en Añatuya (Santiago del Estero), un 1 de noviembre de 1907. “Fue un dirigente político de mucha importancia, uno de los oradores más brillantes que ha tenido el pensamiento nacional en los años ´30, un gran pensador desde el punto de vista de la cultura, un revolucionario que empezó a poner las bases de lo que luego Jauretche definió como el colonialismo cultural. En ese sentido la relación de Jauretche y Manzi, es enriquecedora desde el punto de vista ideológico y cultural”, dice Jauretche.

Ernesto Jauretche opina que hay que retomar hoy aquel concepto yrigoyenista y forjistas de los años ’30 y pensar como ellos una salida revolucionaria. “La salida de esto no será a través de un nuevo pacto cultural, ideológico, político, electoral, entre distintas fuerzas y representantes. La única salida de este proceso que está ocurriendo ahora, es la revolución. Es empezar de nuevo, a partir de una reformulación total de todo el sistema, incluida la democracia de cuarta que tenemos y la Constitución del ’53. De otra manera seremos una colonia prospera para unos pocos y pata al suelo para la mayoría”, propone.

Lucha antiimperialista

Para Ernesto Jauretche, el gran detonante de todo el pensamiento americanista y antiimperialista que expresaron Manuel Ugarte, Scalabrini Ortiz, Haya de la Torre y Arturo Jauretche, entre otros, fue la Revolución Mexicana ocurrida a comienzos del Siglo XX.
“Esa revolución que llevaron adelante un grupo de campesinos que tomaron el poder los obligó a dejar de mirar a las clases dirigentes, a las elites y a los intelectuales, para empezar a ver que hacen los de abajo. La revolución mexicana, en ese sentido, es decisiva en el pensamiento político argentino. Y aunque la historia oficial nos niegue esos conocimientos, nuestra historia está íntimamente ligada con esa historia y hasta el origen del peronismo, tiene que ver con esa revolución”, expresa en Cacodelphia.

"En los años 30, en el marco de ese período histórico que se conoce como la “Década Infame”, donde primó la proscripción y el fraude electoral, será Raúl Scalabrini Ortiz, quien conduzca a Jauretche del antiimperialismo abstracto al antiimperialismo concreto, al explicarle el funcionamiento de la expoliación británica.

“Scalabrini Ortiz le demostró a don Arturo, como funcionaba el imperialismo, pero no a través de frases rimbombantes, ni a partir de Marx, sino concretamente a través del funcionamiento de los ferrocarriles, como herramienta de succión de la riqueza nacional para llevarla al exterior. Y eso a don Arturo le cambió totalmente la perspectiva”, dice Jauretche.

Raúl Scalabrini Ortiz nació el 14 de febrero de 1898, en Corrientes, hijo del naturalista Pedro Scalabrini, director del museo de la ciudad de Paraná. Estudió en la Facultad de Ciencias Exactas y se dedicó a la ingeniería hasta que llegó a Buenos Aires y se vinculó al enfrentamiento literario de los grupos Boedo y Florida. Fue periodista en "La Nación", "El Mundo" y "Noticias Gráficas", además de fundar y dirigir el diario "Reconquista". Publico obras como “El hombre que está solo y espera” (1931), “Política Británica en el Río de la Plata (1936), “Historia de los Ferrocarriles Argentinos” (1940), y el ensayo-testimonio poético “Tierra sin nada, tierra de profetas” (1946), entre otros.
“Cuando don Arturo se encuentra con Scalabrini Ortíz, ya tenía una larga carrera política, sobre todo partidaria, organizativa e ideológica. Además, ya contaba con una visión muy antiimperialista, sin embargo, el encuentro con Scalabrini, le brindó las herramientas concretas y especificas, para comprender la explotación y el saqueo. Es decir, Jauretche, aprendió de Scalabrini el antiimperialismo concreto”.
El paso al peronismo
La obra y el pensamiento de Arturo Jauretche, tuvieron gran influencia en amplios sectores del nacionalismo democrático. Con el surgimiento del peronismo, Jauretche adhirió a los principios del recién nacido movimiento justicialista, apoyando a la revolución de 1943. Para él y varios de sus compañeros la llegada de Juan Domingo Perón al poder constituyó de alguna manera un triunfo personal. Con Juan Domingo Perón en el gobierno, desde 1946 hasta 1951, Jauretche fue presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires, cargo desde el cual desarrolló una política crediticia generosa con los proyectos de industrialización, convencido de que el país agroganadero y dependiente podía transformarse.


“Don Arturo, fue el que provincializo el Banco Provincia y esa provincialización tuvo una dimensión política impresionante, ya que de esa manera le quitó la herramienta fundamental de financiamiento de los negocios agropecuarios de la oligarquía con el mundo y lo puso al servicio de todos los bonaerenses”, repasa su sobrino. “En ese sentido, tuvo una actitud autónoma y sus ideas las llevó adelante sin impórtale el precio político, solo le importaba el resultado, si el resultado era correcto y apropiado a las circunstancia y al servicio del país, no le importaba entonces colisionar con ninguna política circunstancial”.

La relación de Arturo Jauretche con Juan Perón comenzó luego del golpe de junio de 1943. “Después de aquel golpe, durante dos años se juntaron todos los días a conversar”, contó Jauretche y recordó que el Gral. Perón, para entonces había leído los Cuadernos de Forja, que le había acercado Manzi. A partir de esos cuadernos, Arturo Jauretche y el resto de los forjistas, desarrollaron un pensamiento nacional antiimperialista, enfocado en la denuncia de hechos concretos. “Perón, fue un discípulo de Jauretche, pero a pesar de estos encuentros y de su admiración, la relación entre ellos, fue conflictiva por diversos motivos, ideológicos fundamentalmente”, repasa Jauretche.

“Don Arturo, por ejemplo, va a estar en total desacuerdo cuando Perón propone en 1955 un enfrentamiento frontal a partir de la conducción de Cooke y la resistencia peronista. Para Jauretche, esto significaba un aislamiento de la clase obrera respecto de los sectores sociales que habían sustentado el peronismo y que eran los sectores medios, ya que la clase obrera no era mayoría. Don Arturo, sostenía que esas mayorías había que construirlas a partir de consensos con otras clases sociales. Y este fue un disenso grave de don Arturo con Perón en los años ‘50”, explica.

Sin embargo, después del golpe militar del ’55, Jauretche, fue uno de los primeros en salir a la defensa del peronismo, volviendo a la lucha política “en defensa de los diez años de gobierno popular”. Las diferencias con Perón, lo llevaron en 1958 a apostar por Frondizi.

“Que era una alternativa para generar un pacto entre el antiperonismo no gorila, no cipayo y el peronismo formal, no el de la resistencia. Eso generó bastantes dificultades en su relación personal con Perón, pero él nunca lo reconoció mucho”.


“En los años ´60, por ejemplo, Perón, le propuso que fuera presidente de un instituto de formación política del partido justicialista y Jauretche no acepto. Y es que don Arturo en ese tiempo era la mayor figura política que existía dentro del radicalismo, entonces, era muy competitivo con Perón, quien como todo caudillo lo aplastó cuidadosamente”, explica Jauretche.

Arturo Jauretche murió el 25 de mayo de 1974, a los 73 años. Desde hace unos años la Ley 25.844, estableció al 13 de diciembre, fecha de su nacimiento, como el "Día del pensamiento nacional". A 50 años de su muerte, su sobrino lo recordó como un hombre polémico, combativo y de carácter bravo. Una anécdota da cuenta de esa tozudez: “Un día estando en su oficina de la presidencia del Banco, Evita, la señora Eva Perón, abrió la puerta sin golpear y Jauretche le dijo: ´señora, para entrar a mi despacho se pide audiencia´. Tenía su carácter el hombre, era digno, y no iba a permitir indignidades de nadie”.

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