por Maria Rosa Valencia Gomez
Rioblanco (Tolima), septiembre 17 del 2021.
“Te envío un abrazo tan sobrecogedor como el vientre de tu madre”.
Para: UNA GUERRILLERA.
Sé, que en el lugar donde estas, te encuentras a salvo, libre como el cielo azul que divisabas todas las mañanas en aquel filo donde vivías con tu madre y cinco hermanos. Te pido disculpas, no pude hacer nada, quise…pero no fui capaz, la crueldad con la que te separaron de tus seres queridos, no logro salir, ni siquiera en un periódico o noticia radial, fuiste una más y la palabra más, te hace pertenecer a una cifra de las tantas, que cargan la cruz de nacer en un lugar olvidado.
Catalina Valencia te voy a rezar todas las noches, aunque mi fe se encuentre perdida, rezaré por ti; no para que encuentres un descanso, sé que un alma tan pura como la tuya ya lo tiene ganado, mis plegarias serán para que tus pasos, así como los míos, sean veloces como el viento huracanado y puedas volver a tomar la mano de tu bebé, si, la que siempre quisiste conocer, aunque el fruto de esa semilla fue doloroso, violento, despiadado … tu inocencia se esfumo como la olas del mar a lo lejos, pensantes que él te entregaría la calma que desde hace 466 noches ya no tenías, las contabas esperando volver a rencontrarte con los rostros que tus hermanos, fuiste fuerte, ellos te lo agradecen, como no hacerlo, si por tus acciones todavía no se han colocado las botas de caucho, van al colegio y vuelven por el camino arenoso a la humilde casa de tu madre.
Hoy no solo te daré un abrazo, mis plegarias o está carta sino también te entregare una composición que espero sea tal dulce como las guayabas que caían del árbol verdoso de tu vecino.
¡Plom, plom!… suenan las gotas,
Tus bellos ojos azules
Ya no lloran.
Te olvide, como la vieja muñeca
Perdona, no sabía que estabas en aquella cueva.
¡Sun, sun, Catalina Valencia!
Es el nombre que ahora mis noches recuerdan.