Le dedicó su vida a dos pasiones: la aviación y la escritura. Como piloto fue pionero en el arte de volar, hizo vuelos de prueba, trabajó para una empresa de correos argentina y prestó servicio durante la Segunda Guerra Mundial. La narración de sus aventuras obtuvo una repercusión moderada, pero la verdadera gloria le llegaría tras su muerte.
“El narrador se encuentra con un jovencito en el medio del desierto. Se trata de una situación desesperante porque sufrió la avería de su avión y su vida depende de darle una solución a este problema, pero en cambio empiezan a hablar de cosas mundanas, de una forma muy cotidiana y siempre reflexionando, así se va armando esta novela con referencias, alegorías y símbolos”, introduce Matías Esteban sobre El principito, relato que hizo famoso al autor francés Antoine de Saint-Exupéry.
El oficio de aviador de Saint-Exupéry es determinante para su escritura. El escritor nace en Lyon, el 29 de junio de 1900, y empieza a practicar aviación desde muy temprana edad, desempeñándose como piloto de línea, trabajando para la empresa postal Aeroposta Argentina e incluso realizando vuelos de reconocimiento en la Segunda Guerra Mundial. Parte de sus aventuras como aviador se ven reflejadas en los primeros relatos que publica: El aviador (1926), Correo del Sur (1928), Vuelo nocturno (1931), Tierra de hombres (1939) y Piloto de guerra (1942).
A pesar de vivir una vida de película, el éxito de sus primeras novelas es magro, hasta ese momento Saint-Exupéry no es más que un apasionado aviador con cierta afición por el periodismo y la escritura. “En sus textos siempre hay referencias a la aviación, no solamente era un aviador que pilotaba aviones de pasajeros sino que fue de los pioneros de la aviación, de aquellos que desarrollaban destreza, corrían carreras y hacían grandes recorridos viendo qué records podían establecer”, describe Esteban.
Durante la Segunda Guerra Mundial se produce la invasión alemana en Francia, por lo que Saint-Exupéry se exilia en Estados Unidos donde escribe El principito, novela que publica en abril de 1943. Una de las mayores curiosidades que tiene este material es que su autor lo escribe inicialmente para un público angloparlante. Las primeras tiradas salen por el sello estadounidense Reynal & Hitchcock. Recién comienza a imprimirse por una editorial francesa en 1945, una vez concluida la ocupación nazi. El libro más famoso de la literatura francesa está escrito en inglés
La voz narradora comienza su relato describiendo un entredicho en torno al dibujo de una serpiente boa que se comió un elefante. Lo que a los ojos del narrador está claro, desconcierta por completo a los adultos, que no ven más que un sombrero de ala ancha en su representación. De esta manera, Saint-Exupéry marca el tono de crítica al mundo adulto que atraviesa cada párrafo de El principito. “El narrador le está hablando a los niños, a un lector juvenil. Esto quizás lo hace una lectura juvenil, el narrador decide como interlocutor a los jóvenes. Aún así, los adultos que lo leamos podemos encontrarnos con una lectura muy interesante”, apunta el columnista.
Esteban sostiene que “todo lo que escribió Saint-Exupéry tiene que ver con esa vida de aventurero que llevaba, El principito es un salto hacia un lugar distinto, no es necesario saber todo lo que sabe del autor para entenderlo, claro que muchos lectores después de leerlo volvieron sobre la vida de para encontrar lo que se cuenta acá. Hay lecturas que hablan de un texto con datos autobiográficos”.
Lo que distingue a este trabajo de sus obras anteriores no tiene que ver con el carácter autobiográfico sino con la potencia simbólica de las alegorías que describe el narrador, así como también las reflexiones que se habilitan en sus páginas: “Tiene mucha sugerencia, mucha referencia a la reflexión de la vida, a veces se pone un poco serio con respecto a la amistad o la muerte, son temas muy grandes, pero como el interlocutor es un niño evita caer en la aparatosidad, es bastante tierno. Hay una ternura que hace que uno se acerque a este libro y lo pase bien leyéndolo”.
La tragedia precipita el final de Saint-Exupéry y lo priva de conocer el éxito de su obra. Al regresar del exilio, cuando la ocupación alemana se da por terminada y se están dando los últimos coletazos de la Segunda Guerra Mundial, el escritor se trenza en una serie de polémicas con Charles Degaulle, comandante de Francia, quien lo señala como pro-alemán. Esta situación lo deprime y le produce una crisis emocional, no obstante aún sigue a disposición de la Fuerza Aérea Francesa y le asignan un vuelo de reconocimiento para localizar tropas alemanas.
El escritor desaparece sin dejar rastro, hay numerosas hipótesis sobre su destino, se habla de pilotos alemanes que reconocen haberlo abatido en combate y se han localizado restos de un avión y hasta una cadenita que supuestamente pertenecen al escritor. Antoine de Saint-Exupéry nunca llega a saborear el éxito de El principito, se edita en 1943 y él desaparece en 1944, más tarde se traduce al francés y empieza un gran recorrido hasta alcanzar millones de libros vendidos.
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