La película es el resultado de un proceso llevado adelante por un grupo de realizadores audiovisuales en conjunto con vecinos y vecinas de la periferia platense.
Carreros, película dirigida por Fiona Lena Brown y Germán Basso, se consagra como una película revelación en los festivales de cine independiente nacional. Ganadora del Premio Estímulo al cine argentino del BAFICI, el film retrata la vida de un joven que vive en la periferia platense quien luego de quedarse sin trabajo comienza a trabajar como recolector. Esta historia es el resultado de 4 años de trabajo llevado adelante en conjunto con los vecinos del barrio Malvinas, con quien produjeron, grabaron y escribieron el guion. Son, también, quienes protagonizan la película.
“No es una historia real la que estamos retratando en la película, pero sí es una historia que está inspirada en un montón de cosas que fuimos absorbiendo del barrio y es imposible conocer tantas historias en dos meses de un rodaje tradicional. Realmente necesitás un tiempo para procesarlo, romper con los estereotipos que uno tiene en la cabeza. Osea, el tiempo no es un detalle menor”, detalló Fiona Lena Brown.
El equipo de filmación llegó al barrio con la idea de hacer un corto documental. Sin embargo, una vez allí la idea fue mutando mientras involucraba cada vez más a los jóvenes que viven allí. Como resultado de un proceso de aprendizaje fue “construir con y no retratar a” ya que “los chicos participaron de todo el proceso”, desde la actuación, la técnica y el guión.
La película busca tener una mirada no estigmatizante de la realidad de muchas personas que viven en los barrios populares de la ciudad. “El cine argentino, y en general el cine que retrata a Latinoamérica, es un cine muy cargado de violencia donde esta esta pobreza que está retratada como sucia, violenta, donde hay drogas y siempre hay una muerte”, explicó la directora. En este sentido Carreros juega con los prejuicios y el estigma cultural y socialmente construido en torno a estás poblaciones y lo convierte en un relato tenso sin caer en el sensacionalismo.
La producción comunitaria de la película fue clave para lograr esto ya que “ni siquiera es sólo una cuestión de palabras. Es una cuestión de ideas, de cómo las cosas funcionan, de cómo suceden. Hay tanta cosa metida en la cabeza que uno se imagina que las cosas son de esa manera y no. Eso creo que también de lo que habla es de la honestidad”, contó.