Hebe de Bonafini fue la referencia por excelencia para la organización que nucleó a hijos e hijas de desaparecidos. “Una marca muy bella de ella es el coraje y que nada es imposible, para Hebe nada era imposible”, recordó Lucía García Itzigsohn, una de sus referentes platenses.
Hebe buscó a Lucia por un punto en contacto: su hijo Jorge había sido compañero de sus padres, Gustavo García y Matilda Itzigsohn, en la carrera de física en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata. “Ahí empezamos a ir a visitarla con mi hermana y con los que luego serían compañeros de H.I.J.O.S. Todo se dio desde la sencillez y la cotidianeidad que también era algo que ella tenía muy a flor de piel en el trato. Ella nunca se creyó ser ‘Hebe de Bonafini’, de alguna manera, siempre fue muy llana y directa en sus vínculos y desde ahí fui construyendo una relación política, afectiva, de cercanía, de mucho aprendizaje. Nos trataba con muchísimo respeto a nosotros que teníamos 20 años. No nos infantiliza, discutimos de igual a igual”, recordó Lucía García Itzigsohn, integrante de H.I.J.O.S.
Hebe, madre de todos los hijos, siempre le habló a las juventudes construyendo con ellas un puente generacional donde la militancia y el cuidado de entre casa cerraban una trama que apostaba al futuro. “Nos tocó a nosotros y nosotras, acá en La Plata, en el contexto en el que armábamos la agrupación H.I.J.O.S en los '90, ser esos jóvenes que ella interpelaba y poder compartir muchísima cotidianeidad y formación política”, señaló.
La entrevistada recordó dos hitos históricos que forjaron una confianza con una generación que reivindica con orgullo “haber aprendido a caminar con la Madres”. El 24 de marzo de 1996 se dio la primera movilización masiva por la Memoria, Verdad y Justicia. “En los 90 éramos muy pocos los que marchábamos los 24 en la plaza y ese año que se cumplía los 20 años fue una movilización masiva: había 80 mil personas en Plaza de Mayo”, recordó Lucia. En ese marco Hebe dio paso a un discurso construido colectivamente por la naciente agrupación que nucleaba a los hijas y las hijas de los 30.000 desaparecidos. La plaza estaba llena de jóvenes gracias a la propuesta impulsada por Madres, donde a través de un festival de Rock invitaba a pensar la “Historias de rock para contar”. “Para las hijas y los hijos fue un momento de mucha visibilidad y nos permitió entablar un diálogo con nuestra generación desde un lugar de reconocimiento que nos lo dieron las madres”, señaló.
Existía una convicción del protagonismo de la juventud, la lucha era con los hijos adentro. En una de las primeras visitas que la titular de Madres de Plaza de Mayo realizó a Cuba para encontrarse con Fidel Castro invitó a Lucia en representación de la agrupación. “Tuve el privilegio de viajar en un viaje intensísimo. No podía creer lo temprano que se levantaba, la energía que tenía durante todo el día y lo tarde que nos acostamos. Me costaba a mi, con 20 años, seguirle el ritmo”, rememoró y destacó que ese encuentro “fue una clase de política internacional porque además recorrieron los países de América Latina, la historia del mundo”. En ese marco el análisis de los hijos e hijas apropiados como “botín de guerra” permeó fuertemente en la agrupación, “Me pareció una reflexión de una agudeza enorme porque yo nunca había pensado que eso era propio y específico de la dictadura en Argentina”, expresó García Itzigsohn.
“Hay un rasgo que todas y todos los que la evocamos coincidimos, que es una marca muy bella: el coraje y que nada es imposible. Para Hebe nada era imposible. Me parece que esa impronta nos hace correr los límites de lo político como lo corrieron las madres. Es tomar una dimensión de su actitud política, que es la no resignación y que es profundamente transformadora porque entonces todo el tiempo todo puede cambiar”, concluyó.