19/12/2021
Querido amigo por correspondencia:
Nos vamos a conocer y aún no lo puedo creer. Estoy bastante nervioso. No quiero ocultarte nada, pero antes de que empieces a leer esto, deseo que no te enojes y menos que termines nuestra amistad.
Las primeras veces que te escribía, me obligaba a hacerlo, y lo consideraba un fastidio. Yo anhelaba ir al cuadro de honor en mi último año, pensaba que tenía asegurado el lugar, pero cuando dieron los resultados mi nombre no aparecía.
Me fui a quejar con la nueva directora, quien me informó que las normas habían cambiado. Ahora para poder estar en el cuadro de honor, se debía hacer algún trabajo solidario.
A mí me dieron una tarea “especial”: tener un “amigo por correspondencia”. Debía cartearme con un tal Esteban, que estaba en el hospital.
Al principio no me gustaba escribir a alguien que ni me contestaba. Pasado un tiempo, recibí tu primera carta: la tiré sin haberla leído.
La directora me dijo que le mostrará al menos un sobre de los que recibía. Le dije la verdad. Ya no estaría en el primer puesto sino en el segundo y con cada falta que se enterara me bajaría de lugar, fue lo que me comentó.
A partir de ahí empecé a leer tus cartas. Cuando me escribiste diciendo que teníamos diez años de diferencia, la verdad me decepcioné. Se confirmaba mi teoría: escribirle a un desconocido era ridículo. Sin embargo teníamos varias cosas en común. Realmente el último tiempo disfrutaba escribirte y recibir tus respuestas.
En estos días la directora aseguró que no sería necesario seguir con la correspondencia, ya que te habías curado. Ahí me enteré que eras su sobrino y que tenías una rara enfermedad a la cual se creía que no sobrevivirías. Por tu parte, solo deseabas esperar la muerte.
Mis cartas, te devolverían las ganas de vivir. Me enteré que al principio vos tampoco las leías, solo las dejabas por ahí. Fue tu tía quien, empezó a leértelas en voz alta. Cuando en la quinta carta conté que me gustaba el esgrima, todo cambió. Lo mejor es que estás curado, y que pronto nos conoceremos.
Realmente espero que cuando leas esto no te enfades, la directora me asegura que jamás me culparás, al contrario, aún seguirás agradecido conmigo.
P.D. Al final estuve en el cuadro de honor, todo fue gracias a vos, amigo.
Franco
