El colectivo Yo no fui presenta Hacer vivir, hacer morir, un libro de relatos en primera persona sobre cómo se vive la emergencia sanitaria desde el encierro.
Hacer vivir, hacer morir. Pliegues de un encierro que se extiende reúne historias de seis personas privadas de su libertad en el Complejo IV y Unidad 31 de Ezeiza, Unidad 47 de José León Suárez y Unidad 33 de Los Hornos, y también de otras que están en arresto domiciliario. Es una producción de Yo no fui, un colectivo feminista que trabaja en proyectos artísticos dentro y fuera de cárceles de mujeres, y su editorial, Tinta Revuelta.
"Buscamos construir un material que pusiera en primera persona la voz de nuestres compañeres privades de su libertad y quienes están viviendo el arresto domiciliario", contó Alejandra Rodríguez, integrante de Yo no fui. Los testimonios fueron recogidos a través de largas conversaciones telefónicas: "la metodología fue pasar de la palabra oral a la escrita directamente, fue un transcripción que se fue haciendo en el momento". Uno de los objetivos fue no perder "la frescura" de estas voces y que no estén mediadas. "Había mucha ansiedad y necesidad de ser escuchadas, no cambiamos casi nada, no hay intervenciones en cuanto a lo dicho", expresó. En el libro se optó por un formato poético que acerca las voces de cada una de las protagonistas, propone una forma de lectura y deja lugar a pausas y silencios.
"La palabra es para nosotres una forma de hacer vida"
Los relatos dan cuenta de las pésimas condiciones sanitarias, de alimentación, de contención y de limpieza que caracterizan a los lugares de encierro en nuestro país. "Todas las situaciones que viven las personas privadas de su libertad se recrudecieron con el Covid (...) Desde Yo no fui, con un modo muy artesanal, junto a otras organizaciones intentamos relevar el modo de vida en el encierro", señaló Liliana Cabrera, integrante de Yo no fui. Además, resaltó que en la mayoría de los casos "se dejaron de recibir visitas de familiares y eso hace que crezca la ansiedad de un modo mayor al que podemos sufrir nosotres acá afuera".
El libro puede descargarse gratuitamente y próximamente saldrá a la venta su edición en papel.
"Es a través de la escritura, de las lecturas y de las elaboraciones
colectivas, que hacemos un mapa de nuestras vidas, de nuestras trayectorias, las historizamos, dialogamos con nuestros contextos y con nuestras urgencias", cuentan en el epílogo.
Estos relatos también permiten tomar dimensión acerca de qué implica el arresto domiciliario, por ejemplo, en la historia de Lourdes que cuenta cómo vive sus días con la pulsera electrónica:
"El GPS fue porque una de mis hijas cumplió quince años
e hicimos un cumple en el patio
el GPS no llega hasta allí, así que pedí que ese día me
dejaran estar en el patio
y me dijeron que no.
Al día siguiente me pusieron el GPS.
Yo no puedo ir al patio.
Cuando salgo de la frecuencia del radio, me llaman urgente
y mandan un documento al abogado.
No puedo ni ir a secar la ropa afuera
ni tres o cuatro minutos.
No puedo ir al patio, no puedo sacar la basura".
"Buscamos mayor sensiblidad sobre qué significa vivir en el encierro", sintetizó Alejandra y anticipó que el libro ya está en imprenta y se pondrá a la venta próximamente.
Si bien Hacer vivir, hacer morir no pudo presentarse de manera presencial, militantes, periodistas y artistas están realizando reseñas sobre este material en las redes de Yo no fui.
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