El músico, pianista y compositor habló sobre el lanzamiento de Tango, su nuevo álbum.
“Le dieron un electroshock y el género nació nuevamente”, dice el pianista Ignacio Montoya Carlotto sobre el tango. Esta nueva etapa merecía recordar viejos aromas, y ahí estuvo él para grabar Tango, su nuevo álbum junto al guitarrista Daniel Rodríguez. “Queríamos que el disco fuera estilísticamente fiel al tango que estábamos tocando”, dice Montoya, “no queríamos hacer nada nuevo ni hacernos los locos con las versiones”.
A la época tanguera que va desde fines del siglo XIX hasta principios del XX, se la conoce como época dorada: la Guarda Vieja. De esa fuente se nutren las once canciones que componen Tango, las mismas que Carlotto y Rodríguez venían tocando a dúo hace ya diez años. “El tango es una de las cosas que nosotros heredamos a la humanidad, es muy argentino”, dice el pianista de 42 años, que en 2014, a los 36, descubriría su verdadera identidad: ser hijo de desaparecidos (supo que sus padres biológicos son Laura Carlotto y Walmir Oscar “Puño” Montoya) y nieto de Estela Barnes de Carlotto.
Ignacio Montoya Carlotto vive en Loma Negra –un pueblo de 3500 personas a 400 kilómetros de Buenos Aires– y su referente musical es el pionero del tango de vanguardia: Horacio Salgán. Arriba de su casa, tiene su estudio de grabación. Ahí se cocinó Tango. “Hicimos muchas tomas. Nos tomamos la libertad de corregir mucho, descartar y grabar de nuevo”, dice sobre este nuevo material.
Lejos del género que titula el álbum, su identidad musical es otra, una que, según él, es prima hermana: “Soy un músico de jazz. Es lo único que toqué toda la vida. Y de a ratos, hice tangos”, explica en diálogo con Futura en casa. Pero esto no le quita relevancia al momento de pensar el tango en la actual Argentina: “La renovación de contenido cultural es un retraso que nos vamos a dar cuenta dentro de mucho tiempo”, dice el pianista. “No es fundamental a priori, pero sí es importante: es tan importante como el que fabrica zapatillas”.
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