Luciano Fabbri, docente, investigador e integrante del Instituto de Masculinidades y Cambio Social conversó con Radio Futura sobre la necesidad de políticas públicas para el abordaje de la violencia machista en el marco de la erradicación de las violencias hacia las mujeres y las disidencias.
Durante la cuarentena, la Dirección Mujer, Género y Diversidad que depende del Ministerio de Desarrollo Social de la provincia de Catamarca lanzó una linea de atención, control y seguimiento para varones violentos. La medida generó polémicas entre sectores de los feminismo que veían esta acción como un acto de tolerancia política ante las violencias. “Uno puede reflexionar como profesional, como militante, si ésa es su causa, si ése es su ámbito de trabajo, si tiene las ganas, las herramientas, la vara ética, para decidir trabajar con los varones agresores o no. Ésa es una discusión del plano de lo personal. Pero lo que no se puede es pedirle al Estado que se desentienda de trabajar con esta población”, señala el docente e investigador Luciano Fabbri. Junto con Ignacio Rodríguez escribieron para Revista Anfibia el artículo “¿Qué hacer con los varones que agreden?” donde invitan a reflexionar sobre este punto.
“La atención a los varones que ejercen violencia es parte de un sistema ampliado de protección para las mujeres contra las violencia machistas”
El feminismo colocó al machismo como un sistema estructural dominante que nos atraviesa a todos por igual, tanto en nuestras formas de relacionarnos como en nuestras lógicas y formas de percibir el mundo. “No es una cuestión de ‘bueno está la masculinidad de la violencia y está la dificultad de los varones para expresar sus emociones’ como carriles totalmente distintos. A veces nos hace ruido cuando los discursos que intentan interpelar los varones agresores apelan a sus emociones, porque nos hace creer que es una reducción de la complejidad, del carácter político de la violencia, de algo meramente cognitivo y emocional. Pero lo cierto es que ese atravesamiento emocional en el ejercicio de las violencias es como bastante clave de detectar cuando el abordaje es desde la singularidad de una subjetividad que violenta y que fue violentada”, expresa Fabbri.
En diálogo con Futura en Casa, contó sobre las discusiones que se dan hacia adentro de los centros de acompañamiento para varones: “lo cierto es que EN el trabajo con los varones, con los varones concreto, no con el imaginario del agresor o ‘el caso’ en términos delictivos, sino con los varones concretos y en el conocimiento de las historias singulares que lo llevaron a practicar determinadas formas de violencia hay un proceso de humanización”. Por lo cual, no se trata de solo ayudar a los varones para salvar a las mujeres, sino que también "puede no tener que ver con la ternura propiamente pero sí con la empatía, Si con registrar que hay humanos rotos detrás de ese ejercicio de la violencia". Por esto, Fabbri sostiene la importancia de entender estas políticas públicas como parte del abordaje estatal para la erradicación de la violencia contra las mujeres y sostiene que “hay que poder evaluar las políticas públicas. Es algo muy básico que sin embargo se hace poco. Es decir, tener recursos no solo para impulsarlas sino también para hacer un seguimiento, una evaluación de resultados. Si los hombres que pasan por esos servicios de atención lo hacen sólo a condición de una exigencia judicial o si hay un proceso de adhesión más genuina a los tratamientos o los grupos, y si efectivamente luego reinciden o no en el ejercicio de la violencia. Digo, para poder juzgar la efectividad de una política pública primero hay que desarrollarla y sobre todo evaluarla” después de todo “¿qué sentido tiene considerar que los violentos no son personas?”.
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