Un repaso por "la trilogía del dólar", la serie de filmes del director italiano que cambiaron para siempre las reglas del juego en materia de western.
En el año 1964, Sergio Leone presentó al mundo Por un puñado de dólares, la cinta que iniciaría un camino de renovación para las películas de vaqueros, la que asentaría las bases de todo lo que vendría, la primera parte de una trilogía que no mantiene un hilo narrativo en común pero transcurre en un escenario igualmente complejo, un territorio de diminutos poblados aislados de la civilización, habitado por ambiciosos forajidos, inescrupulosos ladrones de bancos, pistoleros, desertores de la Guerra de Secesión y cazadores de recompensas. La actuación estelar de Clint Eastwood y la deslumbraste orquestación de Ennio Morricone completaban una fórmula que se mejoró en Por un puñado de dólares más (1965) y se perfección en El bueno, el malo y el feo (1966).
Matías Esteban, docente, escritor y agitador literario, se sumó al aire de #FuturaEnCasa donde explicó de qué manera transformó Leone el cine western: “Dentro de una historia que supuestamente tiene una lucha entre el bien y el mal, Leone lo que hace es disolver toda esa moral y se ingresa el tema de humor, el paso de comedia está siempre a punto de suceder”.
“Leone se animó a una suciedad distinta a la que tenía el impoluto de John Wayne y esos otros actores de una cara que nunca se manchaba por el polvo, los personajes se caían, andaban en diligencia y nunca estaban sucios, en cambio en el spaghetti western los actores están transpirados, sangran, tiende más a la suciedad”, señaló Esteban como otro de los puntos sobresalientes del subgénero impulsado por el realizador italiano.
Al cierre de su caracterización sobre el género que se inició a partir de la trilogía del dólar, el columnista señalo que “Leone va más que nada a lo formal, por eso le importa muchísimo la música, Ennio Morricone es fundamental cuando uno habla de Sergio Leone, ellos eran muy detallistas en cuanto a la puesta en escena, en cada película hay cuatro o cinco escenas que son perfectas, escenas larguísimas donde uno puede tomarse el tiempo de entender todo lo qué está pasando alrededor y la cámara nunca corta, además del elemento de la mirada, de los primerísimos primeros plano de la mirada, de la tensión de las manos antes de definir un duelo, ese tipo de cosas las estableció Leone porque antes no existían, se iniciaron acá”.
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