A 60 años de la operación de inteligencia que lo sentó ante un tribunal, un recorrido por el expediente criminal del funcionario nazi que pasó diez años de su vida refugiado en Argentina. El informe de Hannah Arendt sobre el juicio en Jerusalén y un dialogo para repensar la categoría "monstruo".
El 11 de mayo de 1960 un grupo de agentes que respondía al servicio de inteligencia israelí del Mossad se abalanzó sobre Adolf Eichamnn cuando éste se dirigía a su casa al regreso de trabajar, en la intersección de Garibaldi y Ruta Provincial 202, en la ciudad de San Fernando, al norte de la Región Metropolitana de Buenos Aires. La detención de Eichmann era el resultado de una ardua tarea de espionaje que había conseguido identificarlo tras varios años de búsqueda, su captura y posterior enjuiciamiento formaba parte de la agenda del aún joven Estado de Israel al mando de David Ben-Gurión.
Eichmann había tenido un papel de suma relevancia como funcionario del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán durante la Segunda Guerra Mundial, organizando la logística para llevar a cabo la orden de "la solución final", consistente en el exterminio masivo del pueblo judío que se encontraba detenido en los guetos de los países ocupados en Europa del Este. Tras la derrota del ejército nazi en 1945, fue capturado por tropas estadounidenses pero consiguió fugarse y permanecer escondido durante cinco años hasta su fuga definitiva hacia Argentina. Desde junio de 1950 hasta el momento de su detención, residió bajo el nombre de Ricardo Klement, se desempeñó en distintos tipos de trabajos y vivió en diferentes partes del país junto a su familia.
La Operación Garibaldi, también conocida como Operation Finale, implicó no sólo las tareas de inteligencia para identificarlo y su captura, sino también su posterior cautiverio y un espectacular traslado en avión para el cual Eichmann fue vestido con ropas de piloto, sedado y rociado con whisky para simular un estado de ebriedad, estrategias necesarias para burlar a las Fuerzas de Seguridad Nacionales que pudieran entorpecer su enjuiciamiento debido a la falta de acuerdos de extradición que había en aquel entonces.
El proceso judicial por el cual se demostró la responsabilidad de Eichmann en crímenes de lesa humanidad fue extenso y controversial, ya que el acusado argumentó que sólo estaba cumpliendo órdenes. En diciembre de 1961 se lo condenó a morir en la horca, sentencia que se cumplió recién en la madrugada del 31 mayo de 1962. Parte de esta proceso y posteriores reflexiones están volcadas en el libro Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal de la filosofa judía Hannah Arendth.
Para Arendth, Eichmann no era un monstruo como decía la prensa por aquellos años, sino que sólo se trataba de un burocrata con ambiciones de ascender en su carrera, consideraba su trabajo como un deber que debía realizarse de manera eficaz, sin mediar en su inteligencia sentimientos del bien o el mal.
El relato del monstruo que se generó en torno a la figura de Eichmann a lo largo de la historia y hasta el presente ocupó una buena parte de la edición matutina de #FuturaEnCasa, donde el equipo que conforman Francisco Altamiranda, Candela Reinares y Juan Delú superpuso miradas que pusieran en crisis esta categoría. Según lo afirmó Delú: “Caracterizarlo de monstruo no sirve, porque lo que estamos haciendo es decir que nosotros los normales quedamos de éste lado y los monstruos quedan allá, y si alguien es un monstruo es imposible que podamos analizar cuáles fueron los procesos que atravesó para terminar cometiendo ese hecho”.
Para Reinares “comprender no es justificar, comprender no es perdonar, sino que se trata de poder entender lo que pasó y en segundo lugar ver cuál puede ser el rol del resto de las personas, y qué podemos hacer nosotros como sociedad para evitar que esos horrores se vuelvan a repetir, si caracterizamos un genocidio como obra de un grupo de monstruos por lo tanto no podemos hacer nada para que vuelva a suceder porque no podemos hacer nada evitar que vuelvan a nacer monstruos”.
“Poder comprender lo que pasó nos sirve también de una forma pedagógica para buscar las claves sobre cómo pueden evitarse esos procesos tan terribles que generan tanto dolor, tanto horror y tanta muerte”, concluyó la comunicadora al cierre de su reflexión.
Escuchá/descargá el informe completo:
#FuturaEnCasa