Un viaje que se inició a través de la ventana de una computadora y la llevó a recorrer diferentes ciudades de Argentina, mientras reemplazaba el Paint por lienzos y acrílicos.
Valería López Muñoz produce pintura, música y audiovisuales pero la escritura siempre es su punto de partida. Como muchos niñxs de los 90 en su acercamiento al dibujo el Paint cumplió un rol fundamental. Nació en Chile, creció en Río Negro y estudió en La Plata. Actualmente vive en el barrio de Once y trabaja en Ciudad de Buenos Aires "Es como que fui creciendo con las ciudades", afirma Valeria.
Contanos un poco de tu vida
Nací en Santiago de Chile el 18 de septiembre de 1990. Cuando tenía casi dos años nos vinimos a vivir con mis xadres a Argentina a un pueblo muy chiquito que queda al sur de la provincia de Río Negro que se llama Ingeniero Jacobacci. Tengo la costumbre de explicar bien dónde queda mi pueblo porque no es tan conocido, y siempre agrego por las dudas que queda cerca de Bariloche. Ahí en Jacobacci hice el jardín, la escuela y el colegio secundario. Cuando terminé el colegio me fui a vivir a Bahía Blanca. Después me fui a vivir a La Plata. Y desde el 2018 vivo en Buenos Aires, en el barrio de Once. Es como que fui creciendo con las ciudades.
¿Desde cuándo te vinculas con el arte?
Empecé a pintar hace muy poquito, hace tres o cuatro años. Creo que lo que me vinculó con el arte fueron cosas que viví cuando era chica. Mi papá es programador y en los noventa me acuerdo que daba clases particulares de computación para jóvenes en casa. Teníamos una computadora de escritorio, una de las pocas computadoras que había en el pueblo, y yo la usaba para hacer cosas en Paint. Sacaba imágenes de la enciclopedia Encarta 95 y hacía unas especies de collages en Paint, que después imprimía en el otro trabajo de mi papá que era en la Municipalidad del pueblo, donde había una impresora. Mi mamá daba clases de canto y siempre cantaba aunque estuviera haciendo cualquier otra actividad, como ordenar o ayudarme con la tarea de la escuela (algo que es así hasta el día de hoy). Esa parte musical de mi mamá creo que me marcó mucho. También me gustaban los programas de Nickelodeon, los programas de Utilísima y también los canales de deporte (yo jugaba al voley y el deporte era algo muy central en mi vida). Así que me la pasaba mirando eso en la tele y, tipo a los 12, me anoté en un curso de manualidades con una profesora que se decía que era la mejor del pueblo en las manualidades. Una tía que pintaba cuadros y hacía objetos decorativos para su casa iba a ese curso y me lo recomendó. Nunca supe bien si la profesora se llamaba Élida o Nélida, tengo que averiguar. Bueno, y en estas clases de Élida o Nélida, aprendí a hacer muchas cosas con diferentes materiales, pero a mí lo que me encantaba era el papel maché. Por ejemplo, hice una caramelera en forma de oso con un frasco de mermelada, todo recubierto en papel maché pintado. Entonces después abrías el frasco y podías guardar cosas en la panza del oso. Por esa época también me anoté a un curso de dibujo de Estructura de Perros y Caballos donde aprendí composición con formas geométricas y los distintos tipos de lápices de grafito. Y por esto del deporte también dibujaba. Hacía retratos de lxs deportistas que me gustaban y con esos dibujos decoraba mi cuarto. Decorar mi cuarto era mi actividad favorita. Después de más grande, tipo desde los 14, empecé a tener muchas carpetas y cuadernos. Tenía una carpeta donde anotaba datos biográficos de deportistas toda decorada, un cuaderno de letras de canciones, un cuaderno fotográfico de experiencias y un diario íntimo donde solamente escribía. Y para los 15 no me fuí a ningún viaje pero pedí de regalo una computadora, y me regalaron mi primer computadora, también de escritorio. Una HP toda negra hermosa que me parecía muy moderna y veloz, con el monitor de pantalla plana. También llegó internet, pero no me acuerdo de prestarle tanta atención. Salvo para chatear en MSN o subir alguna foto a Fotolog, pero no mucho. Yo seguía con Paint, Encarta 2006, y sumé el programa Publisher de Microsoft Office con el que diseñaba tarjetas.
¿Estudiaste arte?
Cuando viví en Bahía Blanca hice tres años de la carrera Realización de Arte en la Escuela Superior de Artes Visuales, que ahora le sacaron el Superior y quedó solo Escuela de Artes Visuales. La escuela era muy linda. Aprendí pintura, dibujo, grabado, historia del arte, filosofía, materiales y herramientas, pero yo en ese momento pensaba que había algo que no estaba encontrando. Así que un día hablando con mi novio de aquel momento, que también estudiaba en la escuela y pensaba más o menos parecido, decidimos irnos a vivir a La Plata y anotarnos en la Facultad de Bellas Artes. Nos habían contado que la facultad era muy grande y había muchas opciones de carreras. Que en La Plata había varios centros culturales para hacer “movidas" y que en las casas se hacían "varietés". Y nos fuimos de Bahía con esas ideas nuevas para nosotres y realmente cuando llegamos a La Plata todo era así. En La Plata empecé a participar de ferias, muestras y lecturas de poesía, a la vez que estudiaba Grabado y Arte Impreso en la Facultad, donde me recibí de profesora y casi casi licenciada (estoy haciendo la tesis). En el medio me cansé de la facultad de arte y me fui a la de filosofía, pero después volví. También en La Plata fui al taller de poesía Volcán Azul que daba Juan Rux en el café Rimbaud. Un taller hermoso donde aprendí que escribir es un juego, como caminar en una plaza con los ojos cerrados, y literalmente hacíamos eso, íbamos a la Plaza Moreno con los ojos vendados a caminar entre las fuentes y a escuchar voces y sonidos, y leíamos mucha poesía. Ahora vivo en Buenos Aires porque en el 2018 me convocaron para hacer el Programa de Agentes del Centro de Investigaciones Artísticas que coordinan Kiwi Sainz y Roberto Jacoby. En CIA se abrió todo otro universo nuevo. Después también hice cursos y talleres con artistas y escritorxs de acá, como María Guerrieri, Cecilia Pavón, Claudio Iglesias, I Acevedo, Paula Peyseré, Nele Wolahtz, entre otres.
¿Qué te inspira a la hora de pintar?
Siempre pinto escenas de mi vida, algún lugar en el que estuve, alguna situación que viví ya sea sola o junto a otra persona, o algún objeto que vi y me dio curiosidad. Por ejemplo hace unos días me olvidé dos veces una manzana verde en dos lugares distintos y algo de eso me llamó la atención, esa repetición del olvido. Entonces pinté manzanas verdes, sobre un fondo cuadrillé que lo saqué de un papel de regalo que compré en Chivilcoy, y le agregué como unos pelitos negros porque yo tengo pelos oscuros y las manzanas están llorando porque ahí me sentía triste. El papel de regalo era verde, pero esa vez tenía como una necesidad de azul, entonces lo pinté azul. A mi me gusta mucho ordenar, clasificar, seleccionar, acomodar cosas, y creo que cuando pinto hago lo mismo. Tomo elementos sueltos de mi experiencia y armo una composición de pintura con eso, una composición que nunca está premeditada, sino que se va diagramando en el proceso con los colores, con las formas y con los estados de ánimo. Entonces esa experiencia que en un principio era personal, se transforma en una cosa más mezclada, a la vez que vuelve a mí y en algo me modifica. Y también pinto cosas que quiero que sucedan, como sueños o deseos profundos. Por ejemplo si me doliera una mano, pintaría mi mano sin dolor, sana. Pero no sé cómo sería una mano sana, por eso tendría que pintarla para ver como es y plasmarla.
¿Con que materialidades y técnicas trabajás?
Ahora lo que más hago es escribir y pintar. Pero también dibujo, hago videos y música. La escritura es algo que siempre está. Lo que me acompaña en todas las demás cosas que hago, ya sea un poema, una canción, un guión, una reseña o una clase de arte. Incluso para pintar a veces empiezo con anotaciones sueltas tipo “quemado”, “CDs de películas en la basura”, “realmente te quiero”, cosas así. No me sale hacer un boceto o dibujos previos para después pintar. En un momento lo intenté porque tenía la idea de que me iba ayudar a pintar más o más rápido, pero no me funcionó. No sé por qué tenía esa pretensión de cantidad y rapidez como si alguien me apurara jaja, pero nadie me pide que pinte. Por eso mis principales herramientas son la computadora, el cuaderno y los materiales de pintura, que son telas, acrílicos y pinceles. Aunque últimamente empecé a incorporar otros materiales de pintura como flores de tela, servilletas, bijouterie, cosas que encuentro en los locales de Once por los que transito todos los días.
¿Las redes sociales son un recurso para tu trabajo como artista?
Uso Instagram y Facebook, donde comparto fotos, videos y textos cortos. Son herramientas que me sirven para promocionar las clases de arte y escritura que doy, y para enterarme de eventos. Mis amigues me dicen que me abra una cuenta de Twitter pero para mi es suficiente con las otras dos. También este año empecé a trabajar en la revista Jennifer publicando reseñas e invitando a otres a escribir. Jennifer es una revista digital de arte y actualidad donde la mayoría de los textos son escritos por artistxs. Y ahora estoy componiendo canciones así que seguramente empiece a usar más Youtube o alguna plataforma de música, todavía no sé bien cual.
¿Pensás el arte como un trabajo o es sólo un canal de expresión?
Yo nunca digo que pintar es mi trabajo, porque no vivo de eso, pero quizas para alguien que pinta profesionalmente y vive especialmente de eso sí lo sea. Pienso en trabajos que tuve a partir del arte, como dar talleres, hacer asistencias a artistas, hacer visitas guiadas en museos, escribir reseñas o textos curatoriales, o vender pinturas, que serían las actividades remuneradas del arte y que son también actos de creatividad. Pero pienso que el arte está en otro lado, donde no están las demás cosas. Es como que el arte está en el inicio o en el todo, y el trabajo sería algo posterior o incluido en el interior de ese todo. Me gusta pensar en un arte relacionado a la vida más que al trabajo, y trato de tener una vida bella y feliz, una vida artística.
¿Cómo afecta la cuarentena a tu trabajo?
Hay cosas que cambiaron y otras que no. Algo muy fuerte que sí cambió es justamente en relación al trabajo. No pude seguir dando taller y la manera virtual se dificultó mucho porque a mis alumnes lxs llenaron de trabajo home office y no quieren ni ver una computadora. Así que ahora estoy planeando otra forma para poder continuar con las clases. También estaba
trabajando con una amiga artista para la feria ArteBA y esa es otra cosa que se canceló. En este sentido está todo bastante difícil. Por otro lado, mi cuarto es mi taller de arte. Tengo la suerte de no tener que salir para poder pintar, dibujar, hacer música, leer o escribir. Estar en mi taller es estar en mi casa. Pero si me afecta mucho no poder encontrarme con amigues, no poder ir al espacio donde doy clases y no poder caminar o ir a una plaza o a un café, extraño la vida diaria en la ciudad, es muy raro el encierro. Y ahora ya no tanto, pero tuve bastante miedo.
Mirá su trabajo en https://www.instagram.com/_pendient/