El antropólogo Marco Giovanetti se refirió a una serie de celebraciones indígenas que se celebraron en la ciudad durante este mes.
“Las poblaciones nativas viven en las grandes ciudades, como actores plenamente articulados a la vida social y continúan conservando su memoria y sus costumbres ancestrales, esas que de manera equivocada hasta los mismos antropólogos pensaron que ya no existían más o que iban perdiendo fuerza y que, sin embargo, siguen presentes conjuntamente con otras reivindicaciones de los pueblos indígenas” aseguró Marco Giovanetti. El arqueólogo, docente y referente del sello editorial Quire-Quire repasó en Cacodelphia las festividades indígenas celebradas en La Plata en el mes de noviembre.
Bajo la sombra de una algarrobo milenario habló del “Día de los muertos”, una celebración que atraviesa todo el continente, sobre como la festividad de la Virgen de Copacabana desembarcó en tierras platenses y sobre la famosa carrera ceremonial ancestral del Warachicuy que se realizó el domingo. “A pesar de ser invisibilizados y de la creencia de que los argentinos somos descendientes de europeos, existe en nuestro país una argentinidad profunda y otra que conserva su estereotipo en la ciudad de Buenos Aires. Hay ciertos sectores de esa gran ciudad que encajan muy bien con este empuje neoliberal, canchero y moderno y que mantiene las viejas estructuras de dominación y poder”, apuntó.
“El mes comenzó con la ceremonia del Día de los muertos que en la liturgia católica se celebra el 2 de noviembre, una celebración que en el mundo indígena se fusionó de manera muy interesante con creencias que ya existían”, aseguró Giovanetti. “Se trata de una festividad que atraviesa todo el continente americano, donde lo que se festeja no es la muerte, sino el recuerdo del difunto”. Esa festividad con raíces ancestrales, que en el mundo andino era una práctica muy común antes de la llegada de los españoles, fue conmemorada por distintas agrupaciones y comunidades originarias de la ciudad de La Plata. “Se trata de una ceremonia donde a través de colocación de ofrendas se honra a los ancestros”.
Otra de las celebridades que destacó Giovanetti fue la celebración de la Virgen de Copacabana que tuvo su festividad en el barrio Villa Nueva de Berisso. “Allí se pudo ver toda la riqueza y la diversidad de la cultura del Altiplano” dijo. “A través de la música y el despliegue del baile, sus bebidas y sus comidas típicas, la colectividad boliviana llevo adelante una de las advocaciones marianas más antiguas en el continente americano. Copacabana es la virgen por excelencia, es la que está a orillas del lago Titicaca, un lago muy sagrado en los pueblos pre hispánicos”.
Esta festividad ancestral llegó “con los migrantes que se afianzaron en la ciudad en los años 40 y que con el tiempo se transformaron en los grandes productores de la horticultura platenses”, expresó. “El migrante donde va transporta su vida y su paisaje y tratando de reproducir sus costumbres replican éstas fiestas” por eso dijo “es preocupante cuando actúa la discriminación sobre eso, porque hace que rápidamente las nuevas generaciones vayan abandonando las prácticas de sus antepasados, incluso su lengua”.
Mucho se ha hablado en los últimos días acerca de la inmigración, los migrantes y los refugiados, discursos que con un inédito tono xenófobo alimentan el odio y la intolerancia. Al respecto Giovanetti aseguró que “el homo sapiens surgió en el sur de África, más o menos hace 300 mil años atrás, y desde ese momento hasta hoy nunca paro de moverse, creer entonces que las migraciones son un fenómeno moderno, es creer una fantasía ridícula, ya que permanentemente los grupos humanos se movieron de un lado al otro y sobre todo en momentos de crisis, de guerra y desesperación” dijo y afirmo que “el fenómeno actual de las migraciones tiene que ver con las injusticias del capitalismo”.
Una carrera espiritual y ancestral
Este domingo la Academia Mayor de la Lengua Quechua convocó ala famosa carrera ceremonial ancestral del Warachicuy. Una carrera espiritual que tiene reminiscencias incaicas y que partió a las 6 de la mañana desde el Parque Saavedra para finalizar su recorrido frente al Monumento del Malón de la Paz, ubicado en el Parque Los Andes de Chacarita. “Una actividad que tiene por fin continuar con la memoria y las costumbres ancestrales. Costumbres que de manera equivocada hasta los mismos antropólogos pensaron que ya no existían más o que iban perdiendo fuerza y que sin embargo siguen presentes conjuntamente con otras reivindicaciones de los pueblos indígenas”.
En el antiguo Imperio Inca explicó Giovanetti “el joven pasaba a la adultez después de demostrar que ya era apto para asumir su compromiso de servicio para con la comunidad, se le regalaba entonces su primera wuara, un prenda que se tenía que ganar con una carrera, ida y vuelta desde el Cuzco hacia los cerros. Esa prueba de fuerza y resistencia era premiada además con un nombre nuevo y una pluma de cóndor”.
La carrera que desde la antigüedad se realiza a lo largo de todo el Tawantisuyu, partió desde el Parque Saavedra en la ciudad de La Plata “intenta emular esa que hace más de 500 años se produce en el Cuzco”. A través de una seria de postas se completaran los 90 km de unión entra La Plata y Chacarita. “La primer de ellas será en el Zoológico, donde se realizará un saludo al cóndor, símbolo del mensajero de los andes, el que levanta vuelo y rápidamente lleva los mensajes hacia los dioses, la segunda será en la Casa de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, donde habría existido un cementerio querandí, se saludara allí entonces al espíritu de los antiguos habitantes de esta región y desde ese lugar se seguirá camino hacia la Chacharita”.
“A cada uno de los corredores se le otorga una pluma de cóndor y un nombre en quechua”, contó Giovanetti y destacó que por primera vez participan de la carrera, invitados guaraníes que llegan de la comunidad Kuña Pirú, ubicada en el Departamento de Aristóbulo del Valle de la Provincia de Misiones. “Tres jóvenes que recibirán al final de la carrera su nombre Quechua y que se suman para aunar reclamos, hermanarse como comunidades étnicamente diferentes, que se sienten parte de un todo y de un reclamo común hacia las autoridades del continente”.