Mercedes D’Alessandro es Doctora en Economía (UBA) y forma parte del proyecto Economía Femini(s)ta, que lleva poco más de un año online y ya cosechó innumerables elogios, entre ellos el Premio Lola Mora en Medios Digitales. Juana Sostén se comunicó con ella desde Nueva York, ciudad en la que Mercedes vive en este momento.
Economía Femini(s)ta aparece con una ese entre paréntesis, ¿qué significa esto?
Nosotros le decimos “economía feminita” porque empezó como un juego de palabras entre “feminista” y “minita”, un poco para romper también con los estereotipos con los que, justamente, nos estereotipan a las mujeres. Y también porque la gente suele escuchar “economía” y asustarse pensando que les vas a hablar de crisis o algo complicado, y ni hablar el feminismo, que parece que son mujeres enojadas. Entonces era para jugar un poco con el nombre, nada más.
Es la unión de dos palabras que a todo el mundo le aterra…
Exacto.
¿Y qué es Economía Femini(s)ta?
Economía Femini(s)ta es un proyecto que surgió con Magalí Brosio, que es otra economista que trabaja en el grupo. Las dos nos encontramos de repente solas, en las redes, discutiendo economía con colegas varones, que hay un montón, que tienen una gran participación virtual, y nos encontrábamos con que en muchas discusiones directamente nos ignoraban o nos anulaban y que además ningún tema con perspectiva de género aparece en estas discusiones. Entonces con Magalí decidimos que queríamos armar nuestro propio espacio y abrirlo y así, con una fuerza de coraje, con un impulso, entre las dos, armamos una primera nota que se llamó “Las mujeres ganamos menos que los varones en todo el planeta (y tu mamá también)” y que fue la inauguración de nuestro blog. Después se sumaron Violeta Guitart y Agurtzane Urrutia, Agurtzane es diseñadora. Entre las cuatro venimos empujando el proyecto, pero tenemos ahora un montón de chicos y chicas que colaboran de distintas formas, y es algo que va creciendo.
El problema no es sólo que faltan mujeres, sino que además faltan los temas de las mujeres
¿Frente a qué situaciones notaron que faltaba la perspectiva de género en el campo de la economía? Siempre decimos que en cualquier espacio en que sólo haya voces de varones, ese es un espacio hay que hay que prestarle atención.
Sí, y lo peor es que en muchos ámbitos está naturalizado. Por ejemplo: mirás el plantel del Ministerio de Economía, tanto el anterior como el de ahora, y son todos varones. El directorio del Banco Central, todos varones. La cúpula de la Central General de Trabajadores, todos varones. El Ministerio de Producción, todos varones. Entonces si te encontrás frente a esa realidad y no te hace ruido, ahí dudamos un poco.
Para nosotras el problema no es sólo que faltan mujeres, sino que además faltan los temas de las mujeres, que son un montón. Yo te mencionaba recién que las mujeres en la Argentina ganamos en promedio un 27% menos que los varones; al mismo tiempo la pobreza y el desempleo impactan más en las mujeres; hace poquito salieron los datos del INDEC que muestran que las mujeres menores de 29 años tienen una tasa de desempleo de cerca del 25%, que es el triple casi de lo que es el promedio de la economía en general. Y estas cosas tienen causas y explicaciones bastante específicas. Por lo tanto ver esto y notarlo también te permite tener la posibilidad de pensar políticas que puedan contrarrestar estos fenómenos. Ahora, si no hay mujeres, y nadie piensa en las mujeres –como dicen Los Simpsons, “¿alguien puede pensar en los niños?”: ¿alguien puede pensar en las mujeres?–, si nadie piensa en las mujeres en la economía y en las limitaciones que encuentran, entonces difícilmente podamos resolver estos problemas. De eso se trata la perspectiva de género en la economía.
En el caso, por ejemplo, de cuando las mujeres tienen trabajos más precarizados, tiene que ver con los roles asignados a la mujer…
Sí. Otra cosa que empezamos a darnos cuenta es que en las discusiones feministas… se dice “feminista” como para desacreditar y reducirlo a algo político, que por supuesto lo es, pero nosotras a eso le sumamos, para que no lo desacrediten, muchísimos datos, porque realmente los tenemos. Y creo que sirven bastante para mostrar que el feminismo es una necesidad y expresa una necesidad económica, política, social, etcétera.
Mirá las infografías de Economía Femini(s)ta
Uno de los datos es que el 76% del trabajo doméstico no remunerado –esto es: cuidar a los chicos, limpiar la casa, cuidar ancianos, etc– lo realizan las mujeres. Y esto por supuesto afecta en el tiempo que una dispone para hacer otras tareas. Otro dato que surge del INDEC: una mujer que trabaja full time, es decir ocho horas, llega a su casa y le dedica más tiempo a cuidar a los chicos, hacer la tarea con ellos, cocinar, limpiar, etcétera, que un hombre que está desempleado, es decir un hombre que no hizo nada en todo el día. Esos son datos de la encuesta del uso del tiempo que se hizo en 2013 y esto además parece para muchos normal porque, claro, la mamá es la que tiene que ocuparse de los chicos, la mamá es la que tiene que cocinar, la mamá es la que limpia, etcétera.
Una mujer que trabaja full time, es decir ocho horas, llega a su casa y le dedica más tiempo a cuidar a los chicos, hacer la tarea con ellos, cocinar, limpiar, etcétera, que un hombre que está desempleado, es decir un hombre que no hizo nada en todo el día
Cuando uno mira esto y ve que a las mujeres este tiempo [en los quehaceres domésticos] les reduce su tiempo de ocio, su tiempo de trabajo, su tiempo de formación, entonces puede explicarse por qué las mujeres tienen trabajos más precarios. Por ejemplo, si soy una mamá que tiene que cuidar a los dos hijos, si uno se enferma me voy a tener que hacer cargo yo, entonces voy a pedir llegar más tarde al trabajo, voy a tener que irme antes, entonces mi jefe me va a mirar y me va a decir “bueno, a esta no la puedo ascender porque me falla y se va cada vez que tiene un problema en la casa”. Hay un montón de mecanismos. Lo mismo si sos un empresario y tenés que contratar a alguien y tenés por ejemplo una chica y un chico, 25 años, los dos te dicen “el año que viene voy a ser papá”, ¿a quién contratarías?
Claro, por lo general si al chico le levanta una línea de fiebre, la que se queda es la mamá. No nos enteramos de muchos casos en que sea el varón el que lo haga.
¡Claro! Además vos pensá en este ejemplo que te ponía: dos empleados que vienen a ofrecerse para un cargo y los dos te dicen que van a ser padres el año que viene, la cuestión es que la mujer va a tener tres meses de licencia de maternidad y el varón va a tener dos días de licencia de paternidad, con lo cual es obvio que para el empresario la mujer es más “cara” para contratar, porque como mínimo se va a ir tres meses. Hay entonces una cuestión de las licencias, también, que además no sólo encarecen el trabajo de la mujer –la mujer como trabajadora– y hacen que las mujeres en esa edad consigan menos trabajo (hasta los 29 años), sino que además también hace que el rol del cuidado otra vez quede como si fuera algo de la mujer, mientras al hombre el cuidado que se le asigna es el del día del parto y al día siguiente, no sé, saludar a la familia e irse a trabajar.
Cuando ustedes empezaron con esta iniciativa –en la página tienen una serie de infografías muy interesantes–, quería saber si hubo algún dato que se hayan encontrado que las haya sorprendido, que no habían tenido en cuenta o que habían pensado que era diferente.
A nosotras nos sorprendió bastante cuando nos pusimos a mirar la cantidad de mujeres por ramas de la actividad, es decir a lo que se dedican las mujeres. Estaba justo leyendo un texto de Dora Barrancos, que hablaba de la Argentina de hace 100 años, de los derechos y de las ocupaciones de las mujeres, y decía que las mujeres básicamente trabajaban de empleadas domésticas, maestras y enfermeras. Y después mirando datos de anteayer, por decirlo de algún modo, encontrás, también, que las mujeres todavía hoy, cien años después, se dedican principalmente a ser empleadas domésticas –casi el 20% de las mujeres trabajadoras–, le sigue maestra y le sigue enfermera. Quiere decir: pasaron cien años y los trabajos que hacemos siguen siendo los mismos.
En las redes ustedes mencionan mucho los “techos de cristal”, ¿de qué se trata este concepto?
Los “techos de cristal” –y también están “las paredes de cristal”, “las fronteras de cristal”…– son todas metáforas que se utilizan para hablar de fenómenos laborales que son la segregación vertical o la segregación horizontal. Suenan peor cuando uno dice “segregación”, queda más lindo el “techo de cristal”.
El “techo de cristal” es como si fuera una barrera invisible que te deja ver que hay algo arriba tuyo pero que no te permite acceder a eso. Se utiliza como metáfora para explicar el desarrollo de las mujeres en estructuras jerárquicas. Entonces, por ejemplo, otro dato para la colección: si uno mira el ranking de las 500 empresas más grandes del planeta, uno encuentra que solamente el 4% de ellas está dirigida por mujeres. O puesto al revés: el 96% de las empresas más grandes del planeta están dirigidas por varones. Ahora, si uno mira la parte de abajo, la base de la pirámide, es decir la masa de los trabajadores, la verdad es que son casi mitad y mitad: hay 48% de mujeres versus 52% de varones, quiere decir que no es que no haya mujeres, sino que las mujeres se van cayendo en la escala jerárquica de una organización. Entonces tenés, no sé, 50 mujeres que trabajan en ventas, recursos humanos, atención al cliente. Un 20% que son directoras de áreas. Un 12% que son las directoras o socias accionistas de la empresa y un 4% que son directoras generales de la empresa. Va cayendo la participación femenina en la medida en que aumentan los puestos jerárquicos. A ese fenómeno se le llama “techo de cristal”, y hay varias explicaciones acerca de por qué ocurre.
En qué nivel te molesta cuando te dicen “Ah, pero Argentina ha tenido una presidenta mujer”, ya que muchas veces, desde una postura machista, se justifica todo con ese hecho.
Sí, se justifica todo con eso, o te mencionan a las tres mujeres que conocieron que estuvieron en el Ministerio de Economía, que encima hay una, Felisa Miceli, que tuvo un problema con la bolsa de dinero en el baño. En general les suelo responder que, te guste o no te guste Cristina Fernández de Kirchner, son ocho años de gobierno contra doscientos años de gobierno de varones, por lo cual tenemos todavía mucho tiempo para mostrar nuestras falencias o virtudes en los puestos de poder. Lo mismo con los ministros de economía: si me vas a decir que Felisa Miceli es lo peor que te pasó después de Domingo Cavallo, entonces, bueno, tenemos otras cosas que discutir.
Hay una cosa que me gusta, que lo dice Cristina Álvarez Rodríguez, que es una diputada del FpV, que estando en el gobierno con CFK decía que “el poder no derrama”: el hecho de que haya una mujer presidente no hace que automáticamente las mujeres mejoremos nuestra participación en la vida política, económica y social.
De hecho hay que hacer leyes para que un partido político tenga el 50% de mujeres en sus listas, porque si no quizás ni aparecen.
Y además también dicen que esto sirve para que se llene de esposas, amantes, hijas, no sé qué. Negando que si hoy hay casos de nepotismo la mayoría son los hijos, los sobrinos, los “amantos” –ríe–, etcétera. También se asume que si hay un 50% de mujeres no van a ser idóneas, sin embargo asumen que el 50% de varones sí va a ser idóneo. Hay un prejuicio muy extendido de que las mujeres necesitan esto para poder entrar, de que no están preparadas, de que no hay suficientes, cuando en realidad también hay datos de esto: si uno mira los estudios que tienen las mujeres en todas las legislaturas del país, ellas tienen más estudios superiores que los varones y además tienen más años de trayectoria en el sector público. Sin embargo están en cargos menores en la escala jerárquica y en algunos casos son secretarias de un hombre que tiene menos “capacidades” que ellas mismas.
También se asume que si hay un 50% de mujeres no van a ser idóneas, sin embargo asumen que el 50% de varones sí va a ser idóneo
Menos carrera, menos formación…
Exacto. Y ahí es donde te empiezan a correr la cancha con qué es ser idóneo, pero al mismo tiempo tampoco es algo que te lo diga la constitución. Tener un doctorado no te habilita a ser intendente de Apóstoles, y viceversa. En realidad lo que se muestra acá es un prejuicio. Por eso para nosotras es muy importante el tema de los datos: nos ayudan a remover esos prejuicios. Nos ayuda a decir “esto que vos pensás, en realidad no es así: si mirás los datos y mirás la situación, tenés un escenario un poco diferente”.
¿Se viene libro?
Sí, en diciembre. Es un libro que escribí yo pero en el que de alguna manera está presente el trabajo que venimos haciendo con mis compañeras. Se llama “Economía feminista: cómo construir una sociedad más igualitaria (sin perder el glamour)”.
Además de formar parte de Economía Femini(s)ta, Mercedes también lleva adelante el blog ECONOMIX: audios, notas, videos e imágenes de economía política.