La tragedia en la fiesta de Time Warp es una de las caras del prohibicionismo. Frente a un discurso moralista, el periodista Emilio Ruchansky sostiene que “El Estado tiene que dar información para disuadir el consumo, y si lo hay, dar la información para que sea lo más responsable posible para reducir los daños.”
En Argentina no se desarrollan planes de intervención que partan de reconocer la existencia del consumo de drogas. Las posibilidades que se niegan con esto, son las de brindar información y asesoramiento a los consumidores.
Desde las primeras horas después de la tragedia, las declaraciones de funcionarios y periodistas giraron en torno a una búsqueda de mayor control y persecución. Sin embargo, para Ruchansky “las respuestas conservadoras, son peligrosas, porque no juega en estos casos lo moral, acá juegan las vidas humanas, no se puede levantar el dedo porque con eso no hacemos nada para ayudar a los chicos”.
En este sentido, indicó que “hay muchas personas interesadas en limitar todo a un dealer que vendió pastillas alteradas, funcionarios que quieren debatir prohibir fiestas y ser más estrictos en un sentido paternal, pero hay que buscar resultados reales”.
Destacó de esta manera que sabiéndose que se consumen sustancias legales e ilegales en cualquier fiesta, nadie les advierte ni les entrega información a quienes concurren. Dentro de las posibilidades de esta metodología de intervención, indicó tanto la entrega de información sobre los modos de actuar de las drogas y sus riesgos, así como de tests que al raspar pastillas indican si contienen o no extasis, y por ende, si está adulterada.
A su vez, Ruchasnky hizo hincapié en los factores que pueden llegar a agravar este consumo, como son la falta de agua, de ventilación y aire. “Si sabemos que tiene que haber agua disponible, y la pastilla deshidrata, tiene que haber agua gratis” remarcó, apuntando a los organizadores del evento. “Evidentemente se sabe que el agua es un negocio”, sostuvo en referencia a que al momento de acabarse los bidones, sólo quedaba agua vendida por los organizadores.
El periodista, autor del libro “Un mundo con drogas”, señala a su vez los riesgos de acudir a medidas que no vayan en sintonía con un abordaje de reducción de daños:”La represión y la prohibición nada más generan más clandestinidad y ahí no vas poder poner ni un medico en esas fiestas”.