A fines de mayo, el presidente estadounidense, Barack Obama sorprendió al mundo con declaraciones que fueron interpretadas como un giro en la política exterior y una crítica al intervencionismo que históricamente sostuvo el imperio del Norte. Pablo Bonavena, docente de Sociología de la Guerra e investigador de la UBA, analizó que Estados Unidos en realidad está en una etapa de “transición”, redefiniendo qué tipo de guerra implementará.
En la ceremonia graduación de la Academia Militar de West Point, Barack Obama destacó que, desde su asunción, las intervenciones de los marines en otros países habían disminuido. Así, se refirió al repliegue en Irak y a la merma de tropas en Afganistán y a su interés en redireccionar los esfuerzos hacia el crecimiento interno: “Es ingenuo e insostenible mantener guerras en todo el mundo”, subrayó Obama. “Estados Unidos debe usar su fuerza unilateralmente cuando sus intereses básicos están en riesgo. Si no, sólo debemos intervenir con otros”, agregó. El mandatario defendió el liderazgo estadounidense: “Rara vez Estados Unidos ha sido más fuerte en relación con el resto del mundo”, dijo, al tiempo que planteó que “la guerra no puede ser la única opción”.
Bonavena, quien además es docente secundario y profesor en la UNLP, investigador del Área de Conflicto Social en la UBA y director de la Beca Estímulo, visitó el estudio de Radio Futura acompañado de su colega docente e investigador Mariano Millán. Para ellos, el discurso de Obama expresa que Estado Unidos está adaptándose a un nuevo contexto, luego de la caída del mundo bipolar. Se trata de un mundo trasnacionalizado, con interdependencia entre los países y donde la negociación, con gran peso de los mercados financieros, parece más redituable que la guerra directa. En el nuevo plano, Bonavena expresó que resulta difícil pensar en un mundo sin guerra, "más bien el debate es que tipo de guerra se imagina”. "Esto genera una gran “tensión política” porque supone “una redefinición de los complejos industriales militares y reasignaciones de gastos”. “Así, al pensar la nueva forma hay un corset, que es la persistencia de los intereses de las viejas formas”, indicó.
¿Creés que el discurso de Obama es una autocrítica a la política exterior estadounidense?
Bonavena: Seguramente esta reflexión tiene que ver con una búsqueda de consolidar un liderazgo que ha pasado por distintas etapas. La intervención militar casi automática que hacía Estados Unidos se ha encontrado con importantes problemas y se va replanteando. A Estados Unidos, las intervenciones de Afganistán e Iraq le trajeron importantes inconvenientes. En el caso de Libia se ve otro criterio de intervención norteamericana, con lo cual se puede suponer que están buscando e, incluso, aprendiendo nuevas formas de dominación distintas a la intervención directa. En esta etapa de la caída de la bipolaridad, han postulado que Estados Unidos no reconoce ley, ni derecho internacional porque su ley es su fuerza militar, esto barnizado con su lucha antiterrorista.
Estados Unidos pasó por muchas zozobras y eso generó una discusión sumamente álgida en las fuerzas armadas que se vio reflejada en su revista oficial, la Military Review. Uno puede ver esas discusiones y las críticas feroces a la propia política norteamericana. En esa publicaciòn se refleja bastante la debilidad norteamericana y también se ve cómo van aprendiendo.
¿Crees que es una posición personal de Obama?
Millán: Es posible que esa sea la posición personal de Obama, pero más allá de eso hay un cambio en términos de los analistas norteamericanos. Esa forma tan visible de intervención -que data de la Guerra Fría para acá- no estaba cosechando los frutos. En el Partido Demócrata se empieza a discutir en el año 2007 y 2008. En la Military Review, se puede ver que durante la era Bush estaba prohibido hablar de insurgencia, había que hablar de terrorismo. Después de discute que la definición de terrorismo es muy estrecha para explicar todas las vinculaciones sociales y políticas que golpean al ejército norteamericano, y vuelven a hablar de insurgencia. Entiden que hay una lucha de mentes y corazones, y no solo por territorio.
¿Coincidís con quienes comparan el nuevo escenario donde hay un poderío creciente de Rusia y China con un escenario de Guerra Fría?
Bonavena: Indudablemente, en los últimos tiempos ha aparecido mucho la idea de recrear una posible Guerra Fría, con el poderío ruso y chino, pero estamos muy lejos de eso. En el plano político militar es crucial la “cooperación estratégica”. Todo país capitalista no es un enemigo no cooperativo: es enemigo en el mercado o en la competencia por la apropiación de materia prima, pero no hay enemigos, estrictamente. Antes, el bloque soviético era un enemigo no cooperativo. En eso cambia con Rusia: con Rusia se puede tener guerra o negocio. Si hay negocios mejor y el armamento es parte de la diplomacia para un negocio. China no va por la guerra, China dice que no hay nada mejor para sus negocios que dominar militarmente el Océano Índico y el Pacífico. Yo no comparto la idea de que estamos ante una nueva guerra fría, estamos ante países que compiten en términos de mercado, con una forma novedosa y esto lleva a revisar la teoría del imperialismo. Entre estos países no se ven hipótesis importantes de guerra, uno ve una cooperación, entonces no es un enemigo definido.
Nuevo mundo
Para Bonavena el nuevo escenario está marcado por la trasnacionalización, que “no necesariamente elimina o frena las tendencias belicistas, sino que reconfigura los actores que llevan adelante esas iniciativas. “Siempre la fuerza conquistadora, desearían que el conquistado no ofrezca resistencia. Hay territorios donde a Estados Unidos por supuesto no le dan la bienvenida. Esto tiene que ver con el pasaje del colonialismo al imperialismo, a ver que es mejor negociar una reserva petrolera que invadir un país, pero no se puede hacer un contrato favorable siempre y por eso aparece la hipótesis de guerra”, sostuvo.
La creciente transnacionalización de la producción explicaría ese grado de interdependencia tan importante. Eso explica el rol de Europa y Rusia en el conflicto en Ucrania: “La canciller alemana, Angela Merkel, parecía que le iba a parar la chata a Putin. Pero el establishment occidental dijo ´miren la única solución realista a largo plazo es que Ucrania es parte de la esfera de influencia de Rusia´", aclaró Bonavena. “Los acuerdos a nivel comercial entre los capitales europeos y Rusia son mucho más fuertes que cualquier conflicto, por eso a la larga iban a tener que aceptar el resultado. Las viejas discusiones sobre si Estado sí o no, tiene que ver con el avance de los capitales”, analizó.
Por su parte, postuló que en el nuevo escenario mundial tras la Guerra Fría Estados Unidos intentó construir al terrorismo como enemigo que justifique su intervencionismo, ante la caída de la URSS y la necesidad de reemplazar el rol del comunismo. Mariano Millán sostuvo que, sin embargo, “inclusive en los momentos mas duros, durante la era Bush cuando el terrorismo aparecía como amenaza el apoyo de la población no era tan claro. Cuando era contra el nazismo o el comunismo, la gente se alistaba. Eso es un grado de compromiso”. Por su parte, Bonavena agregó que“el terrorismo es un método de lucha, por eso convocar a pelear contra un método es una convocatoria limitado. El comunismo era una opción política moral y constituida durante el siglo XX como una fuerza transnacional”, explicó el docente.