La obra dirigida por María Cecilia Rossini y Marcela Cursi entrelaza teatro, danza y poesía corporal para transformar el dolor en memoria. Con trece intérpretes en escena, el grupo busca reflexionar sobre la tragedia de Cromañón, a dos décadas del incendio que marcó para siempre a una generación y expuso las heridas sociales de la impunidad.

A lo largo de estos veinte años, distintas manifestaciones artísticas se animaron a poner en escena lo ocurrido en República Cromañón: desde la música y la fotografía hasta el teatro y la danza, el arte se volvió un modo de transformar el dolor en memoria y de reclamar, una y otra vez, verdad y justicia. En ese camino se inscribe Narices Negras, un proyecto interdisciplinario que reúne a trece intérpretes en escena y combina teatro, danza y poesía corporal con una estética sutil y profunda que busca explorar cómo construimos nuestra identidad colectiva a partir de la memoria.
La obra se estrena este domingo 9 de noviembre en el Pasaje Dardo Rocha, y tendrá funciones el 15 y 29 de noviembre y el 14 de diciembre en El Altillo, además de una presentación especial el 22 de noviembre en el Teatro de la Universidad, con entrada libre y gratuita. En esa ocasión, se solicitará la donación de leche larga vida a beneficio de organizaciones comunitarias.
“Es un trabajo colectivo de mucha confianza y apoyo en el otro, hay trece personas arriba del escenario combinando la danza con el teatro”, explicó María Cecilia Rossini, quien dirige la obra. “Fuimos trabajando de a poco lo que queríamos contar desde lo estético y lo corporal, con respeto por lo sucedido y por lo que todavía se sigue reclamando”.
Rossini contó que la semilla de esta propuesta remite a su primera experiencia como actriz: “‘Narices Negras’ está inspirada en una obra que hice hace veinte años, apenas meses después de la tragedia, que se llamaba ´La memoria de los peces´. En ese momento sabíamos muy poco de lo ocurrido, pero queríamos acompañar desde el teatro la lucha por la verdad y la justicia”.
La tragedia de República Cromañón, ocurrida el 30 de diciembre de 2004, dejó 194 víctimas fatales y más de 1400 heridos, en un boliche del barrio porteño de Once. El incendio —provocado por el uso de pirotecnia en un lugar clausurado y sin condiciones de seguridad— reveló una red de negligencias estatales, corrupción y desidia empresarial. Veinte años después, las heridas siguen abiertas: los sobrevivientes y familiares continúan reclamando justicia y políticas de cuidado para evitar nuevas tragedias.
“A fin del año pasado terminamos una obra y me preguntaba con qué seguir. Leí una nota sobre los 20 años de Cromañón y sentí que era necesario volver a contar esa historia. En Argentina tenemos una gran tendencia a olvidar, y por eso es tan importante la lucha de los familiares y sobrevivientes”, reflexionó Rossini.

El proceso de creación fue también un camino de encuentro y aprendizaje: “Tuvimos la suerte de conocer a una sobreviviente del Movimiento Cromañón que nos dio una charla increíble. Nos contó su vida después del incendio, cómo uno se rearma después de algo así. Esa experiencia nos marcó profundamente”, expresó la directora.
Con un elenco que abarca edades desde los 13 hasta los 50 años, el grupo encontró en esa diversidad una potencia expresiva única. “Todos están muy comprometidos con lo que estamos haciendo y disfrutan mucho de hacerlo. Esa combinación no falla: cuando uno cree en lo que cuenta y lo disfruta, el mensaje llega”, concluyó Rossini.
“Narices Negras” no busca reproducir lo ocurrido, sino mantener viva la memoria y reflexionar sobre cómo queremos vivir como sociedad. Porque, como recuerda Rossini, “Cromañón nos sigue interpelando: hay muchas cosas que todavía debemos cambiar para que nunca más el infierno vuelva a tener dirección”.
