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Luna y Fango: el tango como casa, refugio y reencuentro

El cuarteto platense que desafía la tradición del género con una sonoridad de cámara —sin bandoneón y con clarinete— se presenta este viernes 7 con el espectáculo ‘La música que habito’. Gabriela Maceira, voz y fundadora del grupo, repasa su historia, su búsqueda artística y el vínculo entre el tango, la memoria y la generosidad de los espacios que cobijan el arte.

“Vamos a presentar el espectáculo ‘La música que habito’, donde contamos la historia de la casa de los Pons”, anticipó Gabriela Maceira, cantante y una de las fundadoras de Luna y Fango, la agrupación platense que desde 2014 propone una lectura sensible y contemporánea del tango. La cita será este viernes 7 de noviembre a las 19.30 en el salón de actos del Colegio de Escribanos de La Plata, con entrada libre y gratuita, se invita al público a colaborar con alimentos no perecederos a beneficio de la Orquesta Escuela de Berisso.

La presentación, contó Maceira, tiene un sentido especial: “Cuando nos convocaron para este concierto y nos contaron que iba a ser a beneficio de la Orquesta Escuela de Berisso, inmediatamente vino a nuestra mente el recuerdo de la casa de los Pons, en el barrio latino de Francia. Tanto en esa casa como en la sala del Colegio de Escribanos se da algo parecido: son puntos de encuentro, de apoyo, de contención para los artistas”. Esa casa, recordó la cantante, fue un lugar donde se alojaron y convivieron figuras fundamentales de la cultura popular argentina: “Por allí pasaron Atahualpa Yupanqui, Mercedes Sosa, Astor Piazzolla, César Salgán, Roberto Goyeneche, Julio Cortázar, Ariel Ramírez, Susana Rinaldi, Cátulo Castillo, Fito Páez, León Gieco, Jairo y muchos más. Fue un refugio para muchos artistas: algunos llegaban buscando consagración, otros simplemente buscando vida. Era un lugar de extrema generosidad donde se podía comer, dormir, compartir, donde alguien te abrazaba. Los Pons supieron albergar en la intimidad de su casa a músicos, poetas, artistas plásticos; fue un espacio de encuentro y de abrigo para todos”.

En esa atmósfera de memoria y afecto se inscribe el espectáculo que presentarán en La Plata. “Vamos a tocar ‘Los mareados’, que Mercedes Sosa estrenó en esa casa, y también obras de María Elena Walsh. Va a ser un punto de encuentro para la gente de la ciudad y para los que forman parte del Colegio de Escribanos, que de manera muy generosa organizan estos ciclos para que podamos visibilizar lo que hacemos”, explicó en diálogo con Cacodelphia.

Luna y Fango está integrado por Gabriela Maceira (voz), Paola Siervo (piano), Sandra Valdovinos (violín) y Matías Borinelli (clarinete). Su formación es poco habitual dentro del tango, ya que prescinde del bandoneón para darle protagonismo al clarinete. “Cuando surgimos en 2014 veníamos de un sexteto que se disolvió, y con Paola y Sandra decidimos continuar. Le cambiamos el nombre y le dimos vida a Luna y Fango, con un giro hacia lo camarístico. La llegada de Matías con el clarinete, por una idea de Paola, le dio un color muy diferente al grupo. Cualquiera podría cuestionar la ausencia del bandoneón, pero justamente ahí está nuestra identidad y nuestra búsqueda”, contó la cantante.

Esa búsqueda se consolidó con una decisión estética: mantener los arreglos originales pensados para bandoneón y trasladarlos al clarinete. “Usamos los arreglos del bandoneón, que Matías reinterpretó con el clarinete, una idea de Tato Finocchi. Así asumimos una sonoridad muy particular y muy bella”, señaló Maceira. Además, la elección no es tan ajena al origen del tango como podría parecer: “La primera formación del tango fue con violín y clarinete; el bandoneón llegó más tarde, con las orquestas. En ese sentido, lo nuestro es también un regreso a las raíces”.

El grupo se concibe como un pequeño ensamble de cámara donde todos los instrumentos tienen voz propia: “En nuestros ensayos nos ubicamos en círculo, como en la música de cámara, sin un director. Cada uno tiene un rol preponderante, no solo mi voz por ser la cantante. En un concierto de Luna y Fango se perciben cuatro voces dialogando entre sí. Esa sonoridad tan personal y el repertorio que interpretamos nos dieron un estilo muy identitario”.

A lo largo de su recorrido, Luna y Fango fue tejiendo un repertorio amplio y variado que abarca desde las milongas del ’30 hasta la renovación piazzolliana. “Al principio estábamos más enfocadas en el tango de los años ’40, pero cuando viajamos a Europa nos dimos cuenta de que afuera disfrutan de todo el tango. Así fuimos sumando a Gardel, a Eladia Blázquez, a Discépolo, a Cátulo, a los Homeros, a Piazzolla. Hoy nuestro repertorio los incluye a todos, y también incorporamos la palabra: los poemas son parte esencial de nuestros conciertos”, contó Maceira.

Entre los proyectos más significativos del grupo se encuentra “Luna tomada, tangos para Cortázar”, un espectáculo que nació en pandemia y que el año próximo se presentará en Granada, en el marco de la Cumbre Mundial del Tango. “Estuvimos en 2018 en Melilla, y ahora volveremos a Granada. Esta vez vamos con un espectáculo que construimos a partir de los textos y entrevistas de Cortázar. Nos reímos mucho preparando el material porque él no era amante del tango; se burlaba de los milongueros, pero adoraba a Gardel. En el espectáculo usamos sus propias palabras, y comienza con una frase suya: ‘Para escuchar tango hay que hacerlo con una vitrola’. Esa era su forma de escuchar a Gardel”, retrata.

La relación de Luna y Fango con el arte no se limita a la música. Su primer disco, “Amalgama” (2018), contó con el arte gráfico del reconocido artista Luxor, cuya “luna” se convirtió en emblema del grupo. “Haber dado con semejante artista fue increíble. En ´Amalgama´ él eligió algunos temas y creó postales que acompañaban el disco físico que llevamos a Europa. Es una obra de arte en sí misma”, recordó.

Su segundo trabajo discográfico, “Astor a la luz de la luna” (2021), es un homenaje a Piazzolla desde una perspectiva íntima y desafiante. “Abordar a Piazzolla con clarinete y sin bandoneón fue una locura hermosa. Sabíamos que nos iban a decir ‘¿cómo van a homenajear a Piazzolla sin bandoneón?’ y eso nos encantaba. Queríamos homenajear su espíritu transgresor. En algunas presentaciones incluso sumamos batería, con nuestro amigo Seba Alonso. Ese disco lo grabamos durante la pandemia, por eso tiene esa carga del volver a empezar”.

A lo largo del tiempo, Luna y Fango ha trabajado con arregladores de gran trayectoria como Tato Finocchi y Juan Carlos Cuacchi, ambos platenses. “Tener buenos arregladores es fundamental —dijo Maceira— porque si querés buscar tu propia sonoridad, necesitás un buen arreglo. Ellos entienden perfectamente nuestra estética y nos acompañan en esa búsqueda”.

Con presentaciones en escenarios nacionales e internacionales —como los festivales de Quito y la Cumbre Mundial del Tango en Granada y Melilla—, el grupo ha consolidado una propuesta singular que combina respeto por la tradición, búsqueda estética y una profunda sensibilidad. Más recientemente, editaron el EP “La voz de Eladia”, dedicado a la obra de Eladia Blázquez. “A veces sentimos, como Piazzolla, que somos más conocidos afuera que en nuestra propia ciudad —reconoció Maceira—, pero seguimos haciendo lo que amamos, con identidad y con alma”.

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