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“Cuando los animales duermen”: libertad, resistencia y comunidad desde el teatro independiente

La actriz y gestora cultural Gabriela Busechian habló sobre la obra coral escrita por Soledad Allende y dirigida por Moira Hidalgo. Se presenta este domingo 9 en El Medio Aljibe y formará parte del Festival Provincial de Teatro Independiente. Una propuesta del teatro platense que, entre metáforas y cuerpos en tensión, indaga en el deseo de libertad, la resistencia colectiva y la potencia del trabajo en comunidad.

En una veterinaria, dos conejas planean escapar. La puerta parece abierta, la noche promete libertad, pero algo se tuerce y los acontecimientos precipitan un destino inesperado. Así comienza “Cuando los animales duermen”, una obra que combina lo poético y lo existencial con una puesta que interpela desde lo corporal y lo simbólico.

La pieza, escrita por Soledad Allende, se presenta este domingo 9 en El Medio Aljibe, espacio cultural platense donde se cruzan el teatro, el canto, el tango y el clown. El elenco está integrado por Yanina Maccallini, Melany Jael Kuhn, Amparo Maldonado y Gabriela Busechian, con maquillaje e iluminación de Claudia Luque, vestuario de Sol García, escenografía de Inés Michelini y diseño e ilustración de Rakel Malviviente. La dirección general está a cargo de Moira Hidalgo.

Además, la obra fue seleccionada en la instancia regional y competirá en el Festival Provincial de Teatro Independiente, con una función especial el 27 de noviembre en el Teatro Argentino. “Salimos ganadoras del regional y ahora nos presentamos en la instancia provincial. Esta función será en el Teatro Argentino”, contó Busechian.

“La obra habla de dos conejas que están en cautiverio, que estaban en oferta y quedaron varadas en el galpón de atrás de la veterinaria. Planean escapar, tienen una necesidad de encontrar la libertad, pero suceden cosas en el medio que hacen que eso no ocurra y acontezca otra cosa”, explicó la actriz.

El camino hacia la creación de “Cuando los animales duermen” no fue inmediato ni lineal. Como suele ocurrir en los procesos colectivos, la obra atravesó distintas etapas, transformaciones y búsquedas compartidas antes de llegar a escena. “La obra surge de un texto que escribe Sol Allende, quien se acercó a un grupo de actrices con quienes hubo una primera instancia de ensayos. Luego cambió el equipo, me llegó la propuesta y buscamos dirección. Así fuimos armando el grupo y, de a poco, entre todas fuimos construyendo la obra que estrenamos el año pasado”, recordó en Cacodelphia.

Con el estreno -contó Busechian- no llegó el punto final, sino una nueva etapa de exploración. Cada función se transformó en un espacio de observación, ajuste y crecimiento, donde la mirada del público fue parte fundamental del proceso creativo. “A partir de las primeras funciones seguimos alimentando el material porque el público siempre te da pistas para ver qué funciona y qué no. Así fuimos generando una síntesis, y creo que este año la obra terminó de enriquecerse”, expresa.

El proceso de composición exigió un profundo trabajo físico y expresivo. “Fue mucho laburo de investigación y de muchas preguntas, porque debíamos decidir si éramos humanas animalizadas o animales. A partir de esa inquietud buscamos qué nos convenía tomar del comportamiento de los conejos para generar algo escénicamente atractivo”, detalló Busechian.

Su personaje, además, no habla: “Me consumí todos los comportamientos de los conejos, porque necesito sostener durante la hora que dura la obra el vínculo con las otras. Todo ese trabajo corporal me sirvió para estar en escena, para componer desde la sutileza”.

La actriz aseguró que “con cada función la obra y los personajes se fueron enriqueciendo”, y reconoció que la pieza, en su tono alegórico, “puede hacer pensar en ‘Rebelión en la granja’, porque algo de esa comunión y de esa búsqueda de libertad se toca”.

El teatro como refugio y trinchera

Además de actuar en la obra, Busechian forma parte del equipo que gestiona El Medio Aljibe, un espacio cultural que resiste en medio de la crisis. “Ha sido un año donde hubo que remarla mucho, pero se armó un lindo grupo de talleristas y de gente que se acercó a hacer comunidad, a encontrarse con otros y armar una trinchera desde lo artístico para sobrevivir”, señaló.

Consciente de la difícil situación económica, destacó la necesidad de mantener abiertas las puertas del arte: “En tiempos de crisis lo primero que se recorta es la salida, ir al teatro o ver un espectáculo. Por eso hablamos con los elencos para que las entradas tengan varias alternativas y la gente pueda seguir viendo teatro”.

Pero también reconoció el rol político del arte: “Los espacios artísticos somos los primeros que reaccionamos en los momentos de crisis, y molestamos. Molestamos porque somos una amenaza para los gobiernos que entienden el arte como un bien de consumo. Nosotros ofrecemos pensar desde otros lugares, construir desde la pregunta. Lo transformamos, lo poetizamos y es una trompada al sistema —por suerte, molestamos—”.

Desde su mirada, el teatro es mucho más que un hecho escénico: es un espacio vital de comunidad. “El espacio que no abre una pregunta es un espacio planchado, vacío”, afirmó y agregó: “La gente llega a El Medio Aljibe a encontrarse, a crear, a pensar con otros, a poner el cuerpo. Y ahí es todo ganancia: poder construir un lugar donde armar comunidad con otros”.

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