El bandoneonista, compositor y director de orquesta fue nominado a los Latin Grammy 2025 por su disco “Piazzolla para orquesta típica”. Ruggiero reflexiona sobre el legado del maestro marplatense, la vigencia del tango, la ética del trabajo musical y el desafío de sostener una orquesta típica en tiempos cambiantes.

“El premio es hacer”, dijo Daniel Ruggiero, bandoneonista, compositor, docente y director de la Orquesta Típica Daniel Ruggiero. Su nominación a los Latin Grammy 2025 en la categoría “Mejor Álbum de Tango” por el disco “Piazzolla para orquesta típica” lo encuentra al frente de una destacable agrupación, interpretando obras de Astor Piazzolla y su famosa Orquesta del ’46, además de arreglos que el marplatense realizó para las orquestas de Aníbal Troilo y Francini/Pontier. El 13 de noviembre, en el MGM Grand Garden Arena de Las Vegas, se celebrará una nueva edición de los premios que reconocen a la producción discográfica de toda la región, y entre los seis álbumes seleccionados aparece este proyecto que busca redescubrir una faceta menos transitada de la obra de Piazzolla.
“Sorprendió porque uno hace los discos sin esperar estas nominaciones, sinceramente, porque si fuera así el porcentaje es muy bajo, la cantidad de discos que se graban es enorme. Lo tomo como un reconocimiento al laburo que hicimos con el disco, a los años que venimos defendiendo esto y, por supuesto, a la música de Piazzolla, que es alucinante y que sigue sorprendiendo hoy por hoy. Estos arreglos son de los años ’40, es decir casi con 80 años de antigüedad, y sigue pareciendo moderno”, dijo a Cacodelphia.
Redescubriendo al Piazzolla arreglador de los años ’40
El disco “Piazzolla para orquesta típica” propone una lectura arraigada en la tradición, pero abierta a la complejidad rítmica y la libertad interpretativa que caracterizan al universo piazzolliano. “Imaginate que esta es la música que sonaba en los galpones de Dock Sud, en las milongas populares, en los carnavales del Club San Lorenzo o del Club Huracán”, recordó Ruggiero. “El premio es hacer, y ese es también el legado de Piazzolla, porque sabemos bien que tuvo sus batallas y que perdió las primeras hasta poder consolidarse con su visión del tango y ser reconocido. Más allá de su creatividad superior y de cómo la plasmaba en su música, hay un mérito enorme en seguir intentándolo”, sumó.
Para Ruggiero, la figura de Piazzolla encarna una ética de trabajo que sigue siendo ejemplo: “Piazzolla tocaba en los cabarets con Troilo hasta las cuatro de la mañana y al otro día a las ocho estaba en la casa de Ginastera estudiando. Eso también es Piazzolla. Esa enseñanza de trabajar por convicción, sin esperar la aprobación inmediata, sigue vigente. Imaginate que hoy sostener un grupo de diez, once o doce músicos es muy difícil. Cuando mi viejo tocaba con Pugliese vivían todos de eso, de tocar en una orquesta de tango. Hoy es impensado. Yo tengo mi trabajo dentro de un espectáculo de tango en un hotel, pero no es lo mismo. La música del tango de hoy es como el fernet: tiene setenta por ciento de amor y treinta de algún rédito económico”.
El tango como forma de vida y expresión
La historia familiar de Daniel está profundamente ligada al tango. “Mi viejo, Osvaldo Ruggiero, fue integrante de la orquesta de Pugliese desde el comienzo, desde que ensayaban sin ser nadie hasta el año ’68. Fue testigo, partícipe y creador en un porcentaje alto del fenómeno que resultó esa orquesta. Además de hacer una música alucinante, tenían una política interna cooperativa donde todos los músicos estaban involucrados: no solo tocaban o ensayaban, también componían, arreglaban, organizaban. Eso generaba un compromiso enorme y una ética que se sentía en el sonido. Así sonaba Pugliese, distinto a todas las orquestas. Piazzolla y Pugliese nos muestran que la música no es solo un arte, sino una manera de vivir y de sentir. Esa ética profunda es identitaria, uno puede cambiar de partido político, pero no de esa esencia”, relata.
Influencia y enseñanza para nuevas generaciones
El cuarto disco solista de Ruggiero va en busca del Piazzolla menos conocido, el arreglador de los años ’40. “Cuando aún no habían llegado los primeros cascotazos, cuando era su primera experiencia como director al salir de la orquesta de Troilo. Hacía una música bailable, con pulso, con ritmo, con momentos de gran virtuosismo, pero todavía no había hecho la gran ruptura que llegó después con el Octeto Buenos Aires. Después de su paso por París con Nadia Boulanger vino con la cabeza explotada y ahí sí cambió las armonías, los ritmos, todo. En estos primeros arreglos, en cambio, está el germen de todo lo que vendrá después”, dice.

“En el disco hay arreglos de Piazzolla, composiciones propias y también de otros grandes clásicos. Escribía para Troilo, para Francini y Pontier, para José Basso. Al acercarme a las partituras noté que Piazzolla escribía como un sastre a medida: los temas para Pichuco tenían un solo de la mano izquierda con notas largas, una armonía linda, bien acolchada, y otro solo en la derecha. Es admirable ese dominio, esa capacidad de sintetizar el estilo de otro. Y en sus propios arreglos encontré cosas revolucionarias, tanto en las armonías como en las formas. Es una música de alta complejidad, pero con espíritu bailable”, cuenta.
Ruggiero reconoció que la recreación de esa obra también implicó una cuota de libertad creativa. “Todo el disco lo hicimos muy a conciencia, pero también, siguiendo el ejemplo de Piazzolla, le faltamos un poco de respeto a la historiografía. No fui a escuchar cómo sonaban los discos originales. Mantuve ciertos rasgos de estilo que tenían que estar, pero no quise copiar textual las partituras. Si lo hacía, el disco sonaría a compilado, y no era esa la búsqueda. El tango no es una relojería suiza: tiene corridas de tempo, notas que duran más de lo que está escrito. Es una música viva. Para redescubrirla hay que faltarle un poco el respeto. Ellos mismos nos enseñaron que debía ser así, porque si alguien le faltó el respeto a todo esto fue el mismísimo Piazzolla, que fue maltratado por hacer cosas que no se hacían, y mirá hasta dónde llegó”.
Para Ruggiero, comprender a Piazzolla implica reconocer su oído inquieto y su capacidad para transformar todo lo que escuchaba. En sus palabras, fue un músico atravesado por múltiples influencias, desde Bach y Gershwin hasta el tango y el jazz, un creador que llevó cada una de ellas a su propio lenguaje.
“Piazzolla escuchaba y estudiaba mucha música. De chico vivió en Nueva York al lado de un pianista que tocaba Bach todo el día, estuvo con Gardel, tocó con Troilo. Cuando lo probaron para tocar con Troilo le pidieron que se tocara algo y tocó ‘Rhapsody in Blue’ de Gershwin con el bandoneón. Era un tipo que tenía muchas músicas en la cabeza. Mi viejo, que era de su generación, solo conocía tango. Piazzolla conocía jazz, música clásica, Bach, Gershwin… En las variaciones de su orquesta típica se puede encontrar tanto tango como algo de Charlie Parker. En esos primeros arreglos ya está todo lo que vendrá después. Si uno le pone la lupa, encuentra todo: un tema dedicado al Mono Villegas, otro llamado ‘Juan Sebastián Arolas’ que mezcla una fuga de Bach con melodías de Arolas, el famoso ‘Contrabajeando’ donde el contrabajo lleva la melodía por primera vez. Cada cosa que tocó, la transformó”, relató en Cacodelphia.
Ruggiero destacó el papel de Piazzolla como un punto de inflexión en la historia del tango, un músico que cambió la manera de pensar y formar a las nuevas generaciones.
“Piazzolla tenía otra cabeza, y gracias a él los tangueros que vinieron después empezaron a tener otra cabeza también. Antes, los músicos eran increíbles, pero no de conservatorio. Piazzolla estudió con Ginastera, y eso cambió todo. Los que vinieron después —Mederos, Mozalini— fueron músicos formados, que componían y escribían sus arreglos. Piazzolla fue un gran inspirador para todos ellos. Aparte de tocar el bandoneón, había que escribir y estudiar para escribir bien”.
Desde lo personal, el trabajo sobre el disco le dejó una enseñanza profunda: “Este disco me deja mucho. En estos primeros arreglos está el Piazzolla más íntimo. Escuchar ahí rasgos de lo que se va a escuchar cuarenta años después me parece alucinante. Encontrar ese gen y desarrollarlo en mis cosas es lo que intento hacer. Piazzolla es una inspiración máxima. Junto a mi padre y a Aníbal Troilo, Piazzolla está en el altar de mis dioses. Los tres tenían una personalidad enorme. Podías escucharlos en la radio y reconocerlos enseguida. Eso es algo muy difícil de lograr. Por eso siguen vigentes”.
En las palabras de Ruggiero, Piazzolla fue mucho más que una referencia musical, fue el ejemplo que lo impulsó a encontrar y defender su propio camino creativo: “Piazzolla me enseñó a ser lo mío. En un momento se hinchó y dijo: ‘Como nadie toca mis temas, los voy a tocar yo’. Mis primeros discos con ´Cuasimodo Trío´, una agrupación que ya tiene veinte años y con la que grabé cuatro discos, siempre fueron con mis propias músicas. Y lo hice porque él lo hizo antes. Él habilitó eso”.
A pocos días de la ceremonia de los Latin Grammy en Las Vegas, Ruggiero finalmente afirmó que “Piazzolla fue un tipo que cambió la cabeza del tango y nos enseñó que, para seguir vivos, los géneros tienen que evolucionar. El tango sigue vivo cuando alguien se anima a hacerlo propio”.
Este año, junto a su hermano Adrián y con el apoyo de la Asociación Civil Fábrica Argentina de Tango, organizaron el tercer Festival de Bandoneón Osvaldo Ruggiero, que reunió a músicos de distintas regiones y mostró el estado actual del instrumento. Al respecto, el bandoneonista destacó con entusiasmo la situación del bandoneón: “Hay un cambio generacional notable. El bandoneón está en un gran momento. Se abrieron cátedras en la mayoría de los conservatorios de la provincia y eso acercó el instrumento a muchos chicos. Es un instrumento alucinante, lleno de posibilidades. Soy docente en el conservatorio de Junín y tengo pibes que tocan muy bien”.
Festival Piazzolla Forever en Junín
Daniel Ruggiero formará parte del primer “Festival Piazzolla Forever”, que se llevará a cabo el 15 de noviembre en Junín, con la colaboración del Conservatorio local. Durante el evento, se presentará con “Cuasimodo Trío”, interpretando un repertorio completamente dedicado a Piazzolla, ofrecerá una charla sobre la música del maestro y compartirá escenario con el “Quinteto Revirado” de Junín. La jornada, con entrada libre y gratuita, convertirá a Junín en la primera ciudad del país en contar con un festival anual dedicado a Astor Pantaleón Piazzolla.
