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Chango Ibarra y la Chamarrita Comparsera: Entre la tradición y la experimentación del carnaval entrerriano

El guitarrista y compositor Edgardo “Chango” Ibarra construye con Banda Pueblo un puente entre la música regional y la energía del corso. La Chamarrita Comparsera surge como un homenaje al carnaval local, un espacio de comunidad y experimentación que busca expresar la identidad de los pueblos del litoral.

Nacido en Gualeguay, Entre Ríos, Edgardo “Chango” Ibarra es músico, guitarrista y compositor. Su trayectoria incluye la participación en el dúo La Calandria (2004-2006), con el que grabó “El filo del facón grande”, y colaboraciones con artistas como Yamila Cafrune y Mónica Abraham. En 2015 inició su camino como solista con “Asoliáu”, seguido por “Orillas” (2016) y “Yo te he soñado, Carnaval” (2022), trabajos donde consolidó su proyecto más personal: la Chamarrita Comparsera, junto a su grupo Banda Pueblo.

Después de mis primeros dos discos me di cuenta que siendo entrerriano nunca había encarado la chamarrita, como que del todo no me representaba, siéndote sincero. Quizá porque no hablaban de mi barrio, de la esquina donde vivo, como que necesitaba expresar esas experiencias más urbanas”, confesó Ibarra. Esa búsqueda de identidad lo llevó a rescatar su experiencia temprana con el corso y las comparsas: “Había olvidado también toda mi experiencia, todas esas vivencias con la comparsa, con el corso, el carnaval de la región. Ahí me di cuenta que mi primer instrumento había sido un tambor de lata en la esquina del barrio 9 de Julio y mis primeros escenarios fueron desfiles en una comparsa, por una comparsa conocí el mar. Hoy me doy cuenta que estar en una comparsa fue lo que me permitió ser músico y estar en un escenario”.

Banda Pueblo, su agrupación, es más que un conjunto musical: es un concepto que refleja el espíritu colectivo del carnaval. “La banda en principio era un deseo y un concepto que de a poco fuimos consolidando. Buscamos que haya integrantes de distintos pueblos para que cada uno aporte su visión del mundo a partir de donde viene”, explicó a Cacodelphia. En la banda conviven músicos profesionales y no profesionales, todos invitados a crear, tocar y compartir el escenario en igualdad de condiciones, como ocurre en las comparsas: “En una comparsa sos el mismo, el que vive en el centro o en una barriada, tenés acceso al mismo escenario, comés y ves lo mismo, viajás en el mismo colectivo”.

La Chamarrita Comparsera, su propuesta más emblemática, surge de la combinación del ritmo de la chamarrita entrerriana con los pulsos del corso y la percusión de samba. “A la hora de desarrollar la chamarrita comparsera, yo me agarré de un montón de estas manifestaciones, de ese espíritu de esas sonoridades, de esos tambores del samba que no tocan samba”, describe. Esta mixtura no solo respeta la tradición: la resignifica, adaptándola al presente y al paisaje sonoro de Entre Ríos. “La chamarrita llegó desde las islas Azores en un barco a Brasil como chamarriña, de ahí se chocó con la cultura y se transformó en otra cosa. Lo mismo pasó en Uruguay y luego en el litoral argentino, es decir, se fue transformando. Y lo mismo pasó con el camino del tambor que llegó del Brasil a Entre Ríos pero que se transforma en otra cosa”, suma.

El compositor destacó también la importancia de conservar la autenticidad frente a la globalización del carnaval: “Hay cosas que no sé por qué razón, tal vez la globalización, hizo que todo se fuera yendo para el mismo lado. Ahora encontramos carnavales que son copia directa de lo que es el carnaval de Río de Janeiro, y eso sucede como si fuera un espectáculo que solo quiere vender cuerpos y espumas, y no tiene nada que ver con las manifestaciones más arraigadas del pueblo”. Por eso, su música intenta capturar el espíritu barrial y comunitario del carnaval entrerriano, “un carnaval que arma el pueblo con lo que tiene, sin grandes estructuras, con encuentros y una alegría compartida”.

Ibarra reflexionó sobre la construcción artística de su obra: “De golpe estábamos haciendo una música con tambores que no tenían una referencia marcada, porque teníamos tambores pero no estábamos haciendo ni samba, ni candombe, ni murga. Entonces también nos tuvimos que detener a ver cuál era el color de esta chamarrita chamamecera y eso sucedió en el estudio. No teníamos discos de referencia para ver los planos en que ponen determinados instrumentos, o bien qué frecuencia recortan; estábamos haciendo una música que necesitaba generar una técnica que parta de esta mixtura”.

El resultado es un lenguaje musical propio, que respeta la tradición pero se proyecta hacia el presente: “Queremos sumarnos a todos los artistas que desde algún lugar están haciendo chamarritas, pero queremos hablar desde nuestro tiempo. Estamos muy contentos, porque hemos ido consolidando una banda que también era parte de un deseo, y la verdad es que la chamarrita comparsera tiene mucho por hacer y decir”.

Finalmente, Chango se refirió a la dimensión interpretativa de su obra: “Sin duda algo muy marcado con respecto a los otros discos que he grabado, es que este material es el primero que canto. Siempre fui guitarrista, trabajé muchos años de cesionista, y en un momento sentí que tenía que cantar. Sentía que había palabras, textos que lo podía decir desde un lugar que un cantante no podía. No me considero un cantante, más bien un decidor que trata de entonar las melodías. Y esa fue una experiencia totalmente distinta a las otras que había tenido grabando discos”.

La Chamarrita Comparsera y Banda Pueblo no solo representan un camino personal de Ibarra, sino un homenaje a la riqueza cultural entrerriana, una invitación a repensar las tradiciones y a escuchar el latido de los carnavales desde la voz y los tambores de quienes los viven y los sienten.

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