La obra escrita y dirigida por Victoria Hernández se presenta el 23 y el 30 de octubre en Pampa Cultural. Con un elenco de cinco intérpretes, propone un viaje por lo reprimido y lo no dicho, en un mundo atravesado por la ansiedad, la desolación y una tenue esperanza que aún logra brillar.

La directora, dramaturga y actriz platense Victoria Hernández vuelve a escena con su más reciente creación, “Unos pocos globos dorados”, que se presenta este jueves 23 y el 30 de octubre a las 20.30 hs en Pampa Cultural (35 entre 19 y 20). La obra, escrita y dirigida por Hernández, cuenta con las actuaciones de Nieves Nicolini, Elisa Nicolini, Susana Tale, Analía Carlé y Agustina Finochietto, y una destacada ficha técnica conformada por Adulto Kit en vestuario, Agustina Palermo en iluminación, y Germán Stasiuk y Martín Moreno en la realización del dispositivo escénico.
Cinco personas se reúnen sin un motivo definido. Desde esa aparente simpleza, “Unos pocos globos dorados” despliega una trama de emociones contenidas y reflexiones que emergen entre la trasgresión, la melancolía, el éxtasis y la decadencia. La propuesta, atravesada por el lenguaje performático, invita a pensar la ausencia de utopías y la incertidumbre contemporánea, en un mundo “carente de proyección”, como define su autora.
“El proceso de escritura fue bastante extenso, transitó distintas etapas. El primer germen nació en el taller de dramaturgia de Ariel Faraci, donde conocí a Susana Tale. Ese espacio me dio impulso para escribir, aunque el texto inicial hoy lo veo lejano”, recordó Hernández. “Después decidí que podíamos comenzar a ensayar para que el material se engrosara a partir de improvisaciones. Así fuimos acumulando material diverso que parecía inconexo, pero logré darle forma, como un mapa donde todo encontraba su lugar”, agregó en diálogo con Cacodelphia.
Entre el taller, los ensayos y la construcción del texto final, el proceso llevó cerca de un año. “Fue un recorrido largo, en el que el material se fue transformando. La obra no nace de una idea cerrada sino de cuerpos y voces en acción”, señaló la directora.
Sobre la estructura de la obra, Hernández aclaró: “Es difícil decir de qué trata, porque no tiene un conflicto central ni una resolución dramática. Se enmarca dentro de lo posdramático, donde el eje no está en el drama sino en los pensamientos, los fragmentos, los ambientes. Lo que la nuclea es la sensación de desolación, ansiedad y urgencia de un mundo que parece hundirse. Desde ahí nos preguntamos qué puede aún brillar, de ahí el título ‘Unos pocos globos dorados’: porque siento que lo que brilla es poco, son apenas unos pocos globos los que logran ser dorados”.
Hernández, que viene de experiencias vinculadas al teatro performático —como la obra “Intersticios”, dirigida por Carolina Donnantuoni—, reconoce en ese lenguaje una fuerte influencia. “En esa obra conocí a Analía Carlé, que baila danza Butō. Esa disciplina aporta mucho al espíritu de esta pieza: es una danza que lleva a lugares muy profundos, con un halo de oscuridad que se integra naturalmente con el tono de la obra”, dijo.
“El ritmo de ‘Unos pocos globos dorados’ es abrumador —agrega—, son pensamientos que no te sueltan, todo ronda alrededor de una subjetividad disuelta en el mundo de las pantallas y las redes, donde ya no están claros los límites entre las cosas. Va y viene entre la historia y el yo, entre la desesperanza y una vieja utopía”, afirma.
Para Hernández, el teatro no busca ofrecer respuestas, sino dejar huellas: “Lo que más me interesa es que al público le queden imágenes, sensaciones, impresiones que aparezcan en momentos inesperados, no tanto las resoluciones. Como la vida, como los recuerdos”.
Así, “Unos pocos globos dorados” se afirma como una propuesta que explora las grietas de lo contemporáneo desde el cuerpo, la poesía escénica y la potencia de lo colectivo. Una invitación a mirar de frente lo que duele, y a descubrir, entre tanto ruido, esos pequeños destellos que aún logran brillar.