La organización nació en los ´90 rompiendo el silencio que había querido imponer la dictadura con irreverencia y dignidad. Hoy, su legado interpela a nuevas generaciones frente a un nuevo intento de olvido.

“Con dos escarbadientes, un alfiler de gancho, mucha imaginación, mucha voluntad, dignidad y bastante irreverencia, es posible construir estrategias nuevas y caminos nuevos de lucha”, dice Lucía Corsiglia, hija de María Cristina Mura y Hugo Corsiglia. Y esa frase resume con precisión el espíritu de HIJOS (Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio), la organización que surgió hace tres décadas para irrumpir en el escenario político y social argentino desde la memoria, pero también desde el futuro.
Desde sus orígenes en la década del 90, la agrupación supo quebrar el silencio impuesto en los años del menemismo y disputarle a la impunidad el relato sobre la historia reciente.
“Nos encontrábamos en actos, homenajes, movilizaciones. Y nos reconocíamos. Éramos los hijos e hijas de desaparecidos. Algunos con la historia sabida, otros con huecos. Pero sabíamos que algo nos unía, que había que juntarse, organizarse”, recuerda Lucía sobre los años noventa donde la impunidad era norma y hablar de derechos humanos parecía cosa del pasado.
HIJOS nació desde el calor de lo colectivo y con la necesidad de reivindicar la militancia a sus madres y padres. No se trataba solo de recordar a los desaparecidos, sino de restituir su identidad política, sus sueños y sus organizaciones. “Hasta entonces casi no
se hablaba de las organizaciones. Nosotros golpeamos puertas cerradas, buscamos archivos, preguntamos. Porque nuestros viejos y viejas no eran solo víctimas, eran militantes”, afirma Ramón Inama, hijo de Noemí Beatriz Macedo y Daniel Alfredo Inama y hermano de la nieta 139.

En una época atravesada por el individualismo, HIJOS apostó por lo colectivo, por la memoria activa, por la irreverencia como forma de resistencia. Los escraches fueron esa herramienta política y cultural que bailó sobre los límites de la legalidad y visibilizó lo que se quería ocultar: que los genocidas caminaban libres por las calles.
Durante la charla en Inconsciente Kolectivo, Ramón también compartió su experiencia personal con la reciente restitución de su hermana, una de las nietas apropiadas por la última dictadura. “Cuando aparece una nieta o un nieto, recuperamos la identidad todas y todos. Saber quién sos te hace más vos mismo”, dijo, visiblemente conmovido.
A 30 años del nacimiento de HIJOS, la herencia de esa lucha persiste en nuevas formas: la música, el cine, los espacios culturales y nuevas organizaciones, como NIETES.

“Hoy estamos en una mala —admiten—, pero no es la primera vez. Y si algo nos enseña la historia es que siempre se puede volver a imaginar, a crear, a pelear. Y si hace falta, volvemos a empezar con dos escarbadientes y un alfiler de gancho”, destacan en su visita a Radio Futura.
Antes de despedirse del estudio, Ramón Inama pidió escuchar Canción inútil de Attaque 77. Contó que la banda la compuso tras conocer a un compañero que militó en HIJOS Capital, apodado Kuriaki, quien pasó por La Plata. “No le gusta que se sepa que tiene que ver con él, por eso ni digo su apellido”, aclaró Ramón, pero destacó que la canción, dedicada a su historia, “tiene que ver con eso que decía Lu hoy: la
irreverencia”.