Alicia Beltrami, periodista y autora del libro "Los Oesterheld", reflexiona sobre su rol como militante, y la importancia de la serie "El Eternauta" para "volver a traer la temática de los desaparecidos y la búsqueda de los nietos, en un contexto tan negacionista como el actual"

“La serie me pareció hermosa, un acto de justicia poética para Héctor, para su historia, sus familiares y para la historieta también como género”, inicia en diálogo con Los Mundos Posibles.
“Consideremos que Héctor gran parte de su vida padeció los cánones de la época, cánones literarios en los que se consideraba la historieta como un género menor. Él la defendió profundamente”, expresa Alicia Beltrami, periodista y autora junto Fernanda Nicolini del libro Los Oesterheld.
Beltrami señala que “pasaron 70 años de esa historieta para convertirse en el clásico que es, siempre releído, y que hoy sea fenómeno a través de una serie con el mismo espíritu, adaptada pero con las mismas categorías narrativas de lo que hizo Héctor con El Eternauta, me parece una genialidad”.
“Además que suceda en esta época, que ponga en discusión y vuelva a traer la temática de los desaparecidos y de la importancia de la búsqueda de los nietos, en un contexto tan negacionista como el actual, con este gobierno, con estas políticas, todo eso es un acto de justicia poética”, remarca.
El libro Los Oesterheld reconstruye la historia de la familia de Héctor Germán Oesterheld, creador de "El Eternauta". Publicado en 2016 por Editorial Sudamericana, cuenta con un centenar de testimonios y documentos para comprender el drama de un grupo familiar víctima de última dictadura cívico militar.
Consultada por la militancia de Oesterheld, Beltrami dice que “él fue cambiando su lupa, su percepción y acercándose a la idea de que a través de la militancia se podían cambiar la política, las cosas y el mundo como sucedía en un contexto de época”, y recuerda que “su primera historieta explícitamente política, donde hace él una declaración ideológica, es cuando decide hacer la historieta del Che Guevara que fue en el 68, o sea bastantes años antes de empezar a militar en Montoneros”.
“Héctor siempre fue una persona muy atípica para la época también, en cuanto a los vínculos familiares y en cuanto a cómo lo veían socialmente. Era un personaje atípico para el barrio. Y ese era Héctor, muy creativo, muy genio, también vanidoso, como todo gran artista. un buen tipo”, concluye.