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Ascenso y caída del Malevo Ferreyra

La periodista Sibila Camps, autora del libro Sheriff: Vida y leyenda del Malevo Ferreyra, desmitifica la figura del temido comisario tucumano. Sus comienzos en la fuerza, el vínculo con el terrorismo de Estado y la muerte como salida frente al cerco judicial.

El 17 de junio de 1945 nació en la localidad de Cruz Alta, provincia de Tucumán, Mario Oscar Ferreyra, mejor conocido por el sobrenombre de "el Malevo", que lo acompañó a lo largo de toda su carrera policial. Ingresó a la fuerza cuando tenia 18 años, participó de diferentes acciones represivas en el marco del Operativo Independencia y en los años del terrorismo de Estado, donde se destacaba por la brutalidad que le valió su apodo, y saltó a la fama nacional en 1993, cuando se atrincheró para evitar una condena por el asesinato de tres delincuentes, ocurrido en Laguna de Robles.

En el caso del Malevo Ferreira a mí lo que me interesó fue cuando él llega a juicio en diciembre del 93. Mi reacción fue de pensar ‘recién ahora llega’ a instancia, ya se le conocía causas anteriores y era fortísimo, y era apenas un poco de lo que después descubrí. Cómo dejaron crecer semejante monstruo”, introduce la periodista Sibila Camps, autora del libro Sheriff: Vida y leyenda del Malevo Ferreyra.

En ese entonces, la entrevistada se preguntó “cómo podía ser que este tipo que ordenó y ejecutó a tres personas, que ninguno de los casos estaba siendo investigado por ningún delito. El tipo se fuga, está casi tres meses prófugo y cómo se creo una especia de mito y leyenda, se arma una especia de mitología. Entonces yo me puse a investigar el tema”.

Luego del atrincheramiento y la posterior fuga de los tribunales, Ferreyra fue apresado en marzo del años siguiente, en la localidad de Zorro Muerto, Santiago del Estero, tras resistir a tiros el cerco policial. En 1996, el gobernador Antonio Bussi, le redujo la pena a veinte años, y eventualmente gozó del beneficio de salidas transitorias, lo que da cuenta de su vinculo con el poder de la provincia.

Cuando investigué datos de la biografía de él me encontré con que la única forma de explicarlo era contar la historia de Tucumán desde finales del siglo XIX hasta el 93. A principios de 96 terminé la investigación, abandoné el proyecto porque se me cruzó otro libro en el camino”, explica la entrevistada, y agrega: “Y retomé en diciembre de 2008 cuando se suicida frente una cámara de tv, siendo buscado como testigo nada más, porque fue integrante de las patotas del terrorismo de Estado en Tucumán, fundamentalmente durante el Operativo Independencia. Lo buscaban como testigo pero él ya estaba venido a menos, y prefiere matarse antes que muera su personaje”.

Efectivamente, Ferreyra se quitó la vida en noviembre de 2008, ante las cámaras de Crónica Televisión, cuando personal de Gendarmería ingresó en su hogar para presentarlo ante la justicia en calidad de testigo por torturas cometidas en  en el centro de detención clandestino ubicado en el ex-Arsenal Miguel de Azcuénaga.​

A modo de síntesis de este personaje, Camps describe que Ferreyra “no tenía ganas de ser policía, entra con palanca, previamente lo rechazan porque no tenía el físico, era bajito. Entra por un conocido del padre. Cuando hice la investigación hablé con jueces, fiscales, que habían sido antes defensores oficiales y me contaban cómo le llegaban los detenidos y que nunca se animaban a denunciarlos por torturas. Las causas les conté 23 en total, pero son pocas, nadie sabe a cuántas personas ejecutó y menos a las que torturó”.

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