Así lo expresó el cura tercermundista. El programa De Pueblos y Caminantes se dedicó un espacio para compartir testimonios y evocar algunos momentos particulares de su vida.
El 11 de mayo se cumplieron 50 años del asesinato de Carlos Francisco Mugica Echague, cura católico comprometido militante en la opción por los pobres, miembro del Movimiento de Sacerdotes del Tercer mundo ejecutado por el grupo parapolicial Alianza Anticomunista Argentina (Triple A). Para esa fecha, desde el programa De Pueblos y Caminantes se dedicó un espacio para compartir testimonios y evocar algunos momentos particulares de su vida.
Durante el gobierno de Héctor Cámpora y principio de la tercera presidencia de Juan Domingo Perón, Mugica desempeñó el cargo de asesor ad honorem en el Ministerio de Bienestar Social. Uno de los graves problemas que se vivía en ese tiempo en el país era la falta de trabajo y la desocupación en aumento. Ante aquella situación, Mugica propició la construcción de viviendas por los propios villeros con el financiamiento y asesoramiento del gobierno, contrariamente a la propuesta impulsada por López Rega de negociar con grandes empresas de la construcción que se llevarían enormes ganancias. Ese proyecto fue excusa para que el entonces ministro lo acusara de malversación de fondos y corrupción. Aquellas denuncias provocaron la renuncia del cura a su lugar en el ministerio en agosto de 1973. Este hecho ha sido tratado por el historiador Felipe Pigna en el ciclo de la TV Pública “Si te he visto no me acuerdo” basado en archivos documentales del viejo Canal 7. En un reportaje de la época, el padre Mugica explica cuáles fueron las razones de su renuncia “haciéndome eco del sentir de mis compañeros villeros y mis compañeros sacerdotes porque ya no servía yo de puente entre las inquietudes de los villeros que quieren que sus problemas se solucionen a través de las empresas populares…”.
Marta Tomé, docente, que fuera participante del movimiento del Tercer Mundo en aquellos años, compartió en De pueblos y caminantes sus impresiones de los momentos políticos de aquellos años y algunas vivencias junto al padre Mugica: “mirar por el más necesitado, mirar por el más pobre”, señala, era su profundo compromiso social. “Él estaba dispuesto a morir pero no a matar”, destaca.
Además, Marta relató la última decisión en la vida del cura: “Fue a celebrar misa a la iglesia de San Francisco Solano –en Villa Luro- junto a otro sacerdote y cuando cayeron, cayeron los dos y fueron llevados al hospital Salaberry y él señala al otro para que lo atiendan primero”. A las pocas horas, él fallece y el sacerdote que fuera también herido pudo salvarse al ser atendido a tiempo. “Sentí una gran admiración por este sacerdote…sé que pertenecimos a una generación que no solamente reconoció la injusticia y la diversidad social, sino que por desgracia sigue existiendo y ha empeorado…esto es por lo que Mugica estaba dispuesto, a morir pero no a matar”, dice.
“Creo que ha sido un ejemplo y que este aniversario nos tiene que hacer pensar que no podemos dejar que las clases sociales aumenten sus diferencias… Estos 50 años deberían obligarnos a cambiar y ahora, para colmo, la relación nuestra con el planeta ha empeorado y para las generaciones futuras. Entonces ¡Arriba!¡A luchar!!”, concluyó Marta sus testimonios desde sus vivencias a sus 87 años de vida.