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Mi casa, una salida

por David Nardos

Una luz en el sendero

abre sus puertas doradas.

Sencilla, tenue, estrecha

bóveda de sueño y calma.

En la oscura madrugada

retornan mis pies cansados,

quieren olvidar su día

lleno en fatigas y estragos.

La luna y su manto de olas

declina en su canto largo..

El viento parece morir

entre las horas ahogado.

La libertad de mi espíritu

no está entre las nubes de sal

en los campos de relojes

o en los suelos sin voluntad.

Cinco palomas heladas

se posan en mi ventana

y me dan la bienvenida

a un viejo mundo de calma.

Pequeño Edén en silencio

la sala llena de libros,

mis muros de sueño y cobre

reviven el fresco estío.

Turbio ajetreo de angustia

dejé yo atrás, con mis pasos.

Libros , tazas, hojas blancas

de amapolas en mi jardín 

elevan mi alma a la dicha

y me hacen descansar sin fin.

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