por Fabiola Espilco
Lima, 17 de septiembre 2023
Querida casa:
Eres aquella que muchos describirían como una construcción hecha a base de ladrillos y cemento, e incluso yo lo hice en algún momento. Sin embargo, ahora, he creado un concepto para definirte. Quizás te preguntarás, ¿cuál es la razón para este cambio? Permíteme contártelo. Cuando era una niña, vivía en una casa donde mis padres eran lo más importante de mi universo, para mi todo era felicidad, porque estar junto a ellos era lo que le daba alegría a mi vida.
Con el paso de los años, vi cómo se distanciaban, hasta llegar a una separación. Tenía dos hogares diferentes y dos realidades distintas; yo, como la hija que soy, me encontré en la encrucijada de habitar ambos mundos, no sabía a cuál de ellas pertenecía. Fue entonces cuando cree mi nuevo concepto de lo que es un hogar; porque, como cualquier ser humano, creo que nacemos en un hogar impregnado de la más pura felicidad, como niños que somos, sin embargo, a medida que crecemos, las complicaciones pueden opacar ese rincón que debería ser de gozo y seguridad, algunos padres se separan y otros permanecen unidos, pero a pesar de eso siempre hay diferentes dificultades. Es en ese punto donde los niños que ahora son jóvenes, sin darse cuenta, moldeamos un nuevo concepto.
Para nosotros, el hogar no es una estructura a base de algo material, sino una construcción con un concepto más espiritual. Son la alegría, conforte, seguridad y paz, los que lo edifican. Aunque las dificultades se presenten, estos pilares emocionales siempre nos brindaran la fortaleza para enfrentar lo que venga.
Hoy, en mi vida, el hogar no es un sitio físico, sino las personas con las que comparto momentos preciosos y las actividades que realizo en diferentes rincones con aquellos a quienes amo. Porque puedo regresar una y otra vez a esos recuerdos llenos de cariño y complicidad, y allí siempre encontraré un pedacito de mi alma, un pedacito de ti, mi querido hogar.
No olvides que te amo,
Fabi.