El colectivo Historias Desobedientes suma un nuevo actor con la incorporación de jóvenes que se animan a cuestionar el rol de sus abuelos durante la dictadura. María Corvalán y Juliana Vaca Ruiz relatan cómo se fue construyendo la decisión de no separar lo personal de lo político.
María Corvalán y Juliana Vaca Ruiz pertenecen a la nueva generación de jóvenes que se integran al colectivo Historias Desobedientes, grupo conformado por hijos e hijas de militares que denuncian la participación de sus padres en la última dictadura militar argentina, inaugurando así la participación de nietos y nietas que deciden visibilizar a los genocidas dentro de sus familias.
En diálogo con Los Mundos Posibles relatan cómo vivieron ese proceso de asimilar el vínculo directo con un represor, las charlas internas y discusiones que las llevaron a tomar la decisión de romper el mandato familiar.
Corvalán dice que “en la familia no se hablaba de cómo se había vivido durante esas épocas y cómo había sido el trabajo de los abuelos. El hecho de tener padres dentro de la Fuerzas Armadas no lo cambió, nunca se tocó el tema, aunque fueron muy comprometidos con las cuestiones sociales y los derechos humanos".
"No creo que haya sido con la intención de mis padres de ocultar ciertas cosas, pero desde la ‘familia militar’ se impuso para todes, un no se habla del tema y como tal no existe. Y para las generaciones que siguieron, como la mía, no era un tema en la mesa", completa.
En el caso de Juliana Vaca Ruiz sostiene que “con mi viejo nos hacíamos preguntas sobre el abuelo, cuando nos poníamos a ver fotos de la familia Vaca, había cosas muy fuertes. Fotos suyas, para él en circunstancias laborales, pero muy fuertes del ambiente militar”.
“De reuniones de trabajo, todos uniformados, todos con armas, hay una foto que siempre me impresionó mucho, que está en un galpón y de fondo se ven se los tristemente célebre y emblemáticos Ford falcons, y él en una mesa llena de armas de guerra. Ahí empezamos a pensar que el abuelo en todos esos años de terror estuvo muy implicado”, destaca Vaca Ruiz.
Sobre la decisión de romper el mandato familiar
“Cuando te enteras de esto empezás a tener discusiones internas y te preguntas qué hago, si mantenés el silencio o sigo 'honrando' a la familia, o sigo mis valores. Y cuando se dio esa disputa elegís hacerte caso, a uno mismo", describe Corvalán, y cierra: "Con la muerte, la tortura y la desaparición, no compro. La decisión no se da un día para el otro, son muchos años, siempre te queda una duda interna, que callarse estuvo mal”.
Para Vaca Ruiz: “No es de un día para el otro, lleva muchas charlas, preguntas, lo más importante es tener las convicciones muy fuertes, para nuestra generación más politizada quizá sea un poco más fácil tenerlo en claro".
"Crecí en un hogar donde se me dejó en claro que lo que había pasado en dictadura fue un genocidio. Para romper los mandatos familiares, en mi caso, fue fundamental la formación ya la militancia feminista, porque una de sus banderas es romper el silencio, que no estás sola”.
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