En su nueva producción discográfica, Claudio Sosa propone una colección de canciones plena de matices, colores y con un claro mensaje claro en sus letras.
El cantautor, compositor y guitarrista tucumano nacido en Monteros, Claudio Sosa, entró nuevamente a los estudios para registrar Ramitos. “Se hizo esperar y que teníamos que sacarlo, no porque nos lo pedían, sino por una cuestión muy propia, porque nos había quedado colgado y editarlo es una forma de cerrar una etapa. Es un disco de los amigos, un disco de nosotros, porque fue gestado en una guitarreada, en Buenos Aires, en Tucumán y en Jujuy y por eso quizá, tenga esa impronta más bien amigable”, expresa el cantor.
En Ramitos, una vez más, armó el repertorio a partir del cancionero de otros autores. De ese modo aparece la canción de Ramiro González, Néstor Basurto, Pablo Mema, Pachi Alderete, Sergio Castro, Jorge Fandermole, Duende Garnica, Anastasia Arias, Fernando Medrano, Luis Chazarreta y Miguel Simón.
“En todos estos años he sido muy libre para elegir el cancionero de mis discos, incluso, cuando he estado en sellos discográficos, con total libertad elegí el repertorio de cada uno de mis trabajos. En este caso, además, con cada uno de los compositores elegidos nos une el respeto hacia el poema y hacia la canción”, señala el artista y sobrino de Mercedes Sosa.
Este disco consta de 10 temas que fueron grabados por Néstor Basurto, “el director humano de todo esto”, y Sol Astorga para Estudio El Yeite. En la lista de temas aparecen títulos como Ramitos, que el cantor compuso junto a Eduardo Guajardo, El humito (Duende Guernica), Zamba para la donosa (Ramiro González), Ay bailecito (Pachi Alderete), Corazón de luz y sombra (Jorge Fandermole), Al sur del viento (Sergio Castro) y Melodía para un regreso (Néstor Basurto).
“Considero que un disco es como una pintura, donde cada tema debe estar hermanado con el otro, para dar cuenta de una idea estética y de un pensamiento. En ese sentido, lo siento como una continuidad con mis otros discos, es decir, veo en ´Ramitos´, un poco de ´Flores y ayunos´, algo de ´Astilla de un pago´ e incluso algo también de como ´Sauce al viento´, que fue el primer disco que edite en el año 1991. Y si hay una continuidad es porque ideológicamente sigo pensando lo mismo”, describe.
Participaron del disco Juan Pablo Ferreyra, guitarras, Diego Escobar en piano, Gonzalo Albornoz en bajo eléctrico y Sergio Contreras, en batería, bombo y percusión. Además, como invitados estuvieron Eduardo Guajardo, Miguel Vilca, Pedro Furio y Astor Basurto.
En este trabajo está la huella del encuentro y de lo colectivo: “Es este un disco nacido en rondas de amigos, en guitarreadas donde voy presentando las canciones y quizá por eso tenga algo nostalgioso, aunque, yo lo veo como un disco sobreviviente. Pertenezco a un grupo de músicos que creemos en esos encuentros y al no estar en un circuito netamente comercial y no tener las urgencias de otros artistas, podemos de ese modo elegir nuestros repertorios en el marco de esas juntadas”.
Claudio Sosa presentará “Ramitos”, el próximo viernes en la casa de comidas regionales “La Tucumanita” de Pilar, el sábado en el marco de la Peña de los Abrazos y el domingo en la Feria de Mataderos. Luego emprenderá una gira por Israel junto a su hermano Coqui Sosa.
El diablero
La semana pasada -debido a una serie de complicaciones de salud- falleció en Salta, Mario "Diablero" Arias, músico, guitarrero, cantor, nacido en Tucumán y radicado durante muchos años en Tilcara.
“Mario fue un referente para nosotros, con quien compartíamos una mesa, un poema, una canción, un libro”, recordó Sosa. “Aquellos encuentros no eran solamente guitarreadas feroces, sin charlas de por medio, sino que eran encuentros donde siempre había lugar para la charla y la reflexión”, cuenta Sosa a Cacodelphia.
Mario "Diablero" Arias nació en Tucumán, vivió muchos años en Tilcara, luego se trasladó a Amaicha del Valle en Tucumán, y finalmente a Salta capital, donde falleció fruto de complicaciones de salud. “Fue uno de esos artistas que enarbolaron la figura de la bohemia como estilo de vida. Y hablo de una bohemia bien entendida, es decir, donde nunca faltaba lugar para la charla con contenido social y político, la bohemia entendida a partir del compartir, del encuentro, que no es lo mismo que trasnocharse”, aclara.
“El diablero fue un compañero, un amigo que nos enseñó a encontrarnos y de ese modo nos marcó”, dice y recuerda: “El bailecito de Pachi Alderete que grabe en este disco, nació en homenaje a la calle sorpresa, donde estaba la casa del diablero, donde nos juntábamos con el Pachi, con el Kolla Mercado y los amigos del diablero a guitarrear y a compartir”.
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