El músico también dejó una huella dentro de la guitarrística bonaerense. A 92 años de su nacimiento, se le brindó un homenaje en Paraná.
Víctor Velázquez nació en Altamirano Norte, en el Abra del Chajá (departamento Rosario del Tala, Entre Ríos), el 4 de junio de 1931. Decidor en formas de estilo y de milonga desde su pago natal proyectó su particular estilo sureño es apreciado en toda la provincia y en el resto del país.
“Sus milongas y chamarritas tienen un nivel compositivo enorme, por eso creo que es uno de los grandes nombres en la creación del grueso del cancionero entrerriano. Personalmente, creo que hoy su obra guitarrística está un poco subvaluada, no se conoce tanto como se debería y creo que es una obra que perfectamente podría insertarse en los circuitos escolares y académicos de la guitarra nacional”, expresó la guitarrista y docente paranaense Maru Figueroa.
En más de 60 años de vida artística, Velázquez, que hoy cuenta con 92 años, dejo una importante obra discográfica y compuso clásicos como La primavera (pieza única en su concepción y vuelo de milonga instrumental), Me dicen el panza verde, Gualeguay crecido, o recordados temas de la talla de A don Linares Cardozo, De la costa, Este oficio de cantor; chamarritas, canciones, milongas, chamarras y canto surero atemporal.
“La obra de Víctor es fundante del cancionero entrerriano, junto a Abelardo Dimotta, Jorge Méndez, Edmundo Pérez, Ricardo Zandomeni, son los nombres troncales que hacen a nuestro cancionero”, expresa Figueroa.
“Hablamos de un músico autodidacta que ha hecho toda su producción sin saber leer ni escribir y que se ha vinculado a entornos más netamente populares, no solo de Entre Ríos y de la Nación, sino también fuera de ellos. Ha tocado en La Carpa de Violeta Parra, se ha presentado con Víctor Jara, ha compuesto con Atahualpa Yupanqui y ha hecho giras internacionales. Es un nombre que realmente debemos transitar y conocer, no por el deber ser, sino porque sino nos perdemos de algo muy importante”.
Maru Figueroa es guitarrista y docente paranaense, integra el movimiento De Costa a Costa que reúne a artistas de distintas disciplinas, con acento en la recuperación de ritmos, melodías y poemas. Como solista de guitarra, ha editado dos trabajos discográficos: Nido (2016), compuesto por música entrerriana en arreglos propios y Al Estilo de Maciel (2017), en el que da a conocer música inédita de José Ramón Maciel Varela, un autor oriundo de Maciá cuya obra era prácticamente desconocida.
A partir del trabajo que realizó sobre la obra de Varela, explica, "supe de algunos cuentos, que hablan de juntadas entre Víctor y Abelardo Dimotta que -según dicen- se juntaban a guitarrear en la Estancia La Cardalera. Es decir, tenemos allí, el acordeón chamamecero por excelencia de Entre Ríos y una de las guitarras mayores de la provincia”.
“Y esos encuentros dan cuenta de los vínculos, que con tanta naturalidad se dan en nuestra provincia, entre el repertorio chamamecero y el que se puede considerar más surero. Es decir, entre el litoral y el sur, entre aquel que tiene que ver con el agua, con el montaraz, los rasguidos dobles, las chamarras y el otro que tiene que ver con el monte adentro, con el sur, con la pampa, con la milonga, con el estilo, la huella y las cifras”, detalla en diálogo con Cacodelphia.
“Esas mesas son las que supo frecuentar Víctor Velázquez quien interpretaba ´El sueño de la calandria´ y la ´Vidalita de la lluvia´, en ritmo de chamamé, pero, además, su repertorio, se componía de unas 700 milongas, muchas de las cuales han sido prohibidas en épocas de dictadura. Entonces, hablamos de un personaje muy completo y de una figura que es muy frecuente en la provincia de Entre Ríos, que tiene que ver con el solista de canto y guitarra, que no esta tan presente más al norte, donde se percibe más el conjunto chamamecero”, dice.
Cómo suena Entre Ríos
Acerca del desarrollo musical en Entre Ríos, Figueroa describe que “en nuestra provincia, el chamamé convive con otros ritmos en la figura del cantor solista que se acompaña con la guitarra y naturalmente, ese cantor, en algún momento mete un tema instrumental, lo hacía Walter Heinze, Miguel Martínez y también Víctor Velázquez. Entonces, hablamos de personajes que sintetizan épocas y aspectos de nuestra identidad cultural”.
La artista integra el Movimiento de Costa a Costa, conformado por una nueva camada de cultores y realizadores, que desde hace más de diez años vienen poniendo en valor la obra de algunos referentes de la canción entrerriana. “El nombre de Víctor todavía sigue sin aparecer en esos ámbitos académicos, donde ya ha ingresado el nombre de Miguel Martínez, por ejemplo. La obra de Víctor Velázquez, debe integrarse a ese repertorio, a esas curriculas, porque los aportes que realizó a la guitarra solista de raigambre entrerriana, son importantísimos. Y Carlos Martínez ha sido muy consciente del porte a la literatura guitarrista de nuestro país que realizó Víctor Velázquez”, puntualiza.
Martínez es un guitarrista nacido en Ciudad de Buenos Aires que se dedica por completo a la música clásica y folclórica. Se especializó en la obra de compositores, como Atahualpa Yupanqui, Eduardo Falú, Abel Fleury, Víctor Velázquez y Agustín Barrios, entre otros. Recientemente Martínez, participó junto a Maru Figueroa del concierto Evocación a la guitarra entrerriana donde se abordó la obra de Víctor Velázquez.
“Carlos viene haciendo un aporte a la guitarra nacional muy importante, se ha tomado el trabajo de realizar un trabajo muy detallista, que consistió en transcribir a papel, de pasar a partituras, muchísimas músicas que no existían escritas, de grandes nombres de la guitarra nacional del folklore nuestro”, dice Figueroa. “Por eso, es muy importante su aporte, no solo como intérprete de estas músicas, porque al trascribir y pasar a papel esas obras aportó mucho a la circulación de esas músicas, en otros entornos, que no son estrictamente folclóricos”, subraya.
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