Misteriosa e intrigante, su obra pictórica sumerge al público en una calma de sueños y pesadillas.
En la pintura de Brenda Erdei nos podemos encontrar con paisajes oscuros o luminosos, pero ambiguos. Caras y personas que se fusionan o transmutan, imágenes que remiten al dolor a través de agujas que se clavan en lenguas o cumpleaños de personas con alguna enfermedad. “Creo que las deformaciones son una respuesta pictórica a un sentimiento”, explicó la autora quien ubicó el “desgarro” como principal inspiración.
Si bien pareciera que sus cuadros no poseen un hilo conductor a priori, la artista señaló que estuvo “trabajando en pinturas que salen de sueños” ya que “siempre tuve una actividad onírica muy intensa”. Anotar los sueños le permitió con el tiempo contar con imágenes que luego seleccionaría para sus pinturas. “Lo que noto es que algunas de ellas comparten varios elementos como son el agua o algo que viene de lo marítimo, la noche, lo oscuro y el color azul. Entonces en ese sentido quizás si se puede pensar como una serie”, señaló.
El uso de colores oscuros y profundos contribuyen a la construcción de escenarios misteriosos e intrigantes donde la incomodidad está presente, a veces de manera literal, a veces sólo sugerida. Dos jóvenes en un río donde no se sabe qué buscan, una ola con caracoles hecha de cortinas, personas en carne viva que se fusionan o consumen y partes del cuerpo manoseadas y penetradas por manos y objetos con poco tacto, son algunas de las escenas que pueden encontrarse en su obra.
Hasta el 24 de febrero pueden verse algunas de sus obras en la Galería de Arte Ruth Benzacar, ubicada en Juan Ramirez de Velasco N° 1287 en Villa Crespo, CABA.