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El Viejo Almacén El Obrero celebra 25 años de historia

El actor Diego de Miguel, integrante del tradicional espacio cultural ubicado en el corazón de Meridiano V, repasó parte de esta historia.

“Cumplir 25 años a pesar del contexto es para nosotros una gran alegría”, dijo Diego de Miguel, integrante del Centro Cultural Viejo Almacén El Obrero (13 y 71). El espacio fue inaugurado el 12 de abril de 1996 en una edificación construida en 1927 que está considerada Patrimonio Histórico Municipal.

“Haber sobrellevado distintas crisis económicas y unos cuantos vaivenes de nuestra historia y seguir ahí, es un motivo de felicidad”, señaló el dramaturgo y actor en el aire de Cacodelphia. “Cumplir años es una alegría y no desechamos para nada la posibilidad de un festejo, en todo caso lo aplazaremos un poco, pero nuestra idea ni bien se pueda festejar con una especie de retrospectiva de todos nuestros espectáculos”, agregó.

“Es muy difícil sostener en el tiempo un espacio que no es rentable económicamente, en general los espacios culturales, y específicamente las salas de teatro no tienen márgenes de rentabilidad económica y, por lo tanto están sostenidas por grupos de personas con una actitud de militancia”, expresó el artista.

El Centro Cultural Viejo Almacén El Obrero es contemporáneo de espacios y grupos como Teatro La Nonna, Galpón de la Comedia, La Fabriquera, La Rosa de Cobre, El Núcleo, el teatro Princesa, El Altillo del Sur, la Sala Tito Cossa, La Cuarta Pared, La hermandad del Princesa, La Gotera, Vuelven Julio, Cirrosis y Grupo Barataria.

“La sala es fundante del circuito Meridiano V”, contó De Miguel. “Cuando nos instalamos no había nada en el barrio y recién dos años después aparecen los primeros bares y enseguida la gente de la vieja estación recuperando ese patrimonio tradicional de la ciudad y de la zona y convirtiéndolo en un espacio cultural, pero cuando nos instalamos ahí era realmente un barrio periférico”, sumó.

“Para nosotros es muy importante el anclaje barrial"

“Pensamos la territorialidad, no como una condena, sino como una construcción positiva. Situarte en la periferia tiene sus ventajas en algún sentido. Que tienen que ver con ubicarte en un lugar desde el cual producir cultura, que es interesante porque es a contracorriente, porque no tenés los tópicos o los imperativos del sistema cultural", describió.

La creación del espacio estuvo a cargo del Grupo de Teatro La Gotera, cuyos integrantes trabajaron en la remodelación y adaptación del edificio y en su mantenimiento. Su nombre se debe a un tradicional almacén de ramos generales que funciono en el edificio de las décadas del ‘20 y el ´30. “Nos sentimos parte de esa herencia y esa tradición cultural del teatro independiente de la ciudad. Con ese teatro que por un lado se corrió de los sistemas tradicionales, del teatro comercial, de pensarlo desde una perspectiva capitalista, para asumirlo como una actividad social, como un vínculo con la comunidad”, repasó.

La ciudad de La Plata, desde su fundación está atravesada por la tradición teatral expresada a través del teatro oficial, el teatro independiente y el teatro comercial. En ese marco el Viejo Almacén El Obrero, es hoy una bandera del teatro independiente, un espacio de resistencia artística y cultural.

El impacto de la pandemia

La pandemia desatada por el Coronavirus ha generado una gran crisis en general y la cultura teatral no escapó a esa situación. “La pandemia generó la crisis más grande que ha sufrido la comunidad desde la Segunda Guerra y se tradujo no solamente en una crisis económica para las salas de teatro, sino en la imposibilidad de hacer, de funcionar, estamos en algún sentido paralizado y eso es obviamente tremendo, aun cuando uno entienda las razones de eso”, reflexionó De Miguel. Y agregó que “es muy difícil defender el escenario, porque durante gran parte del año pasado no hemos podido funcionar, no han funcionado los talleres, los cursos, los ensayos ni las funciones y cuando comenzamos la situación pandémica nos hizo dar un paso atrás”.

A la suspensión de actividades presenciales como funciones y talleres se suma la informalidad laboral del sector y la falta de subsidios estatales. “Es un sector que tiene una historia al margen del empleo formal y eso nos debería hacer pensar la inscripción de nuestro trabajo en un marco más sólido, en una relación laboral más sólida, para acceder a algunos beneficios sociales. Pensemos que los artistas en general no tienen jubilación mi obra social, están completamente desamparados, es decir no están ni siquiera contabilizados por el Estado, no hay ningún registro de actores, actrices, directores, dramaturgos, escenógrafos en el país. Por todo eso, ante esta situación hemos quedado muy solos”, explicó.

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