A fines de los ochenta, en plena Guerra fría, el cineasta estadounidense había experimentado todos los altos y bajos propios de su oficio y se encontraba listo para mostrarle al mundo su particular visión del relato audiovisual. El resultado fue la aclamada They live.
Matías Esteban, escritor, docente y agitador literario, se enlazó vía telefónica con el aire de #FuturaEnCasa donde compartió su mirada sobre They live, película del año 1988 realizada por el cineasta estadounidense John Carpenter, célebre por haberle puesto su firma a obras como Halloween (1978), Escape from New York (1981) y The thing (1982),del cual brindó su caracterización personal: “Nos gusta porque aún con todas las limitaciones que puede llegar a tener el género fantástico que explora, lo hace con una calidad que nos sorprende, viendo películas de otros directores que se pretenden mucho más artísticos, Carpenter tiene la simpleza y la grandeza de, además de hacer películas de ciencia ficción, hacen algo que conmueve por su belleza”.
Al momento de rodar esta pieza, Carpenter venía de haber lanzado películas independientes que fueron un éxito de taquilla y también de haber experimentado algunos fracasos de taquilla como lo fue Starman (1986), lo cual lo situaba en un lugar de independencia total respecto a la hora de decidir qué tipo de cine quería hacer: “Estamos ante la típica película de invasión con la particularidad que los protagonistas son de clase baja, los menos privilegiados, los que tienen menos recursos y son los que descubren la verdad, el personaje principal es un obrero de la construcción, un albañil que anda con sus herramientas en una mochila por los bajo fondos de la ciudad de Los Angeles, buscando trabajo y no encontrándolo, ofreciendo su trabajo a cambio de nada”.
“Hay una crítica social muy profunda, es un mundo que no es el que muestra Rambo III, como para poner un ejemplo cercano del tipo de héroes de esa época, donde tenemos una especie de héroe nacional de la época de Ronald Reagan, mientras que la película de Carpenter se planta en una vereda totalmente opuesta, nos viene a decir que nos están dominando, nos obligan a consumir, estamos todo el tiempo sometidos por una elite de ricos, no es para nada sutil en su mensaje”, sintetizó Esteban a modo de conclusión.
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