Previo a su paso por la ciudad de las diagonales, el guitarrista que le sumó su impronta a proyectos seminales del rock nacional como Almendra y Color Humano, evocó distintos pasajes de su biografía, habló de Spinetta, de su estadía fuera del país y compartió su balance de la situación actual que atraviesa nuestra música.
Los casi setenta años que carga a sus espaldas parecieran no importar para Edelmiro Molinari, guitarrista que cuenta con el privilegio de ser no sólo uno de los mejores de nuestro rock sino también uno de sus pioneros. “Cada vez me veo mejor”, bromea en diálogo con Ventana a la Calle, mientras desanda los kilómetros que median entre la ciudad capital y La Plata, momentos antes a su presentación en el bar Ciudad Vieja.
Cuando el tópico Spinetta surge en la conversación, Edelmiro se ríe y suspira: “es algo de lo que podríamos estar hablando toda la noche”, reconoce apenado. Amigos desde la infancia, compañeros de banda en Almendra, no volvieron a compartir escenario hasta mucho tiempo después, en 2009, durante el concierto de Las Bandas Eternas, dejando trunco un proyecto musical que los reuniría nuevamente y que no pudo concretarse tras el fallecimiento del Flaco.
En 1974, Molinari se trasladó a la ciudad de Los Ángeles, donde vivió por más de veinte años nutriéndose de la música tradicional norteamericana y brindando asilo para migrantes de la talla de León Gieco y Gustavo Santaolalla, para regresar hacia fines de los noventa y realizar una serie de conciertos con Color Humano. Actualmente, tiene una residencia oculta en "las montañas de los mapuches", dice en alusión a la localidad de Carpintería en San Luis y concluye: “Es un lugar muy hermoso, muy magnético, muy especial, muy inspirador”.
Sobre la situación corriente del rock nacional, admite que “hay algunas cosas que me encantan, pero desgraciadamente no son las más difundidas, hay siempre una eterna lucha para que no salgan a flote” y cierra su argumento atribuyendo esta invisibilización a “una comercialización absoluta de todo”.
Antes de despedirse, el guitarrista evoca a la figura de B.B. King, quien a sus casi noventa años continúa girando y dando más de 300 shows por año: “El rock tiene que ser así, una aventura de la vida y es un día, hay que pensar en el hoy”.
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Antes de despedirse, el guitarrista evoca a la figura de B.B. King, quien a sus casi noventa años continúa girando y dando más de 300 shows por año: “El rock tiene que ser así, una aventura de la vida y es un día, hay que pensar en el hoy”.
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Ventana a la calle - Jueves de 18 a 19 hs.