Hoy no hay muchedumbres invadiendo peatonales y comercios, no hay bandadas
de pibes amontonados en cada esquina, si hasta el tráfico abrumador de todos los días, circula notablemente disminuido. La Plata, a dos años de la tragedia del 2 de Abril, luce tan indolente y cansina como cualquier otro fin de semana largo, sólo que con una mayor presencia del control policial, acaso un síntoma de la temible ola naranja que amenaza con cernirse próximamente sobre todo el país.
El movimiento en las calles del centro platense es distinto al de otros feriados. Los flamantes efectivos de la policía municipal modelan sus uniformes por las calles del centro, distinguidos por una vistosa boina celeste caminan dedicando severas miradas a los transeúntes, como orgullosos egresados en la escuela del buen soldado.
Atrincherados en el interior de una camioneta estacionada en la esquina de 9 y 51, personal de control urbano aprovecha la tranquilidad de la tarde para conversar, tomarse unos mates y despachar mensajes vía telefónica. No muy lejos de allí, ataviados con gorras y pecheras verdes, los empleados municipales se arrastran detrás de las hojas que el viento de otoño ha ido arrancando y acumulando en las veredas.
https://www.flickr.com/apps/slideshow/show.swf?v=7215765172157651729363315729363315
Seguimos inundados
A espaldas del palacio municipal enmudecido, se ha montado el escenario, resguardado a cada lado por una gran torre de sonido, revestido por un manto blanco sobre el cual se distingue una única inscripción: “2A.ños”. Desde allí, distintos referentes de asambleas barriales de la provincia se turnan para hacer uso de la palabra y referir su experiencia en lo tocante a inundaciones, una situación que pareciera común a cualquier ciudadano, así viva en La Plata, Quilmes, Tigre o Luján.
Sobre la calle 12, en su intersección con 51, a los pies de la Torre 1, hay un segundo escenario, allí se han organizado en bloques de oradores para desarrollar temas puntuales como el relato en primera persona de la tragedia, el seguimiento a los responsables en materia judicial y el presunto ocultamiento en el número de victimas fatales por parte del estado.En la otra punta de la plaza, amparados bajo el umbral de la catedral, la Asamblea de Tolosa ha desplegado una bandera argentina que recorre a lo largo sus escalinatas, ellos también han traído su propia muestra fotográfica y, además, vienen engalanados por unos ingeniosos paraguas negros en los cuales se puede distinguir un plano de la ciudad yéndose a pique en el agua.Las sombras de los árboles y las torres de edificios redoblan su tamaño sobre las baldosas de la plaza, la temperatura comienza tenuemente su descenso y el número de convocados en la plaza va en aumento. La dispersión de los congregados, la variedad de escenarios y micrófonos abiertos y los distintos grupos amontonados en diversos puntos del enclave decantan en un estado de confusión generalizado. Nadie parece tener certeza absoluta de si se marcha o no, de si habrá o no habrá lectura de un documento, de si están todos reunidos allí por los mismos motivos.Finalmente, desde el escenario central, se invita a todos y a todas a encolumnarse en un solo conglomerado, dejando atrás las divergencias políticas, aunados bajo una misma lucha y con tres simples consignas: memoria, verdad y justicia.No sólo las estatuas tienen cara de piedraLa oscuridad reina en plaza Moreno, el tránsito circula callado y perezoso a su alrededor, por el escenario ya han desfilado los músicos y la intervención del grupo de danza comandado por dos grandes manos inflables que los sacudía al vaivén de sus antojos. Los aplausos dieron lugar a la inquietud luego de que un objeto volador no identificado recorriera la plaza a diestra siniestra.
–El drone es nuestro– se apresuran a aclarar desde la organización y el alivio se restaura en los corazones de la multitud.
Ahora son los familiares y victimas de la inundación los que toman por asalto el escenario y hacen uso de la palabra. Frente a ellos, una multitud de rostros expectantes y banderas de todos los colores, de todo tipo de agrupaciones políticas y estudiantiles, asambleas barriales y colectivos artísticos ondean con bravura bajo el prisma de los reflectores.
La lectura del documento es lenta y dolorosa, recapitulando todo lo acontecido durante aquellas inquietantes horas de abril de 2013 en que toda la ciudad se vio envuelta por el miedo y la confusión, sintiendo que un destino de fatalidad perfilaba el desenlace de la madrugada con cada gota que caía del cielo.A cada mención de los nombres de Bruera, Scioli o Cristina Fernández, una ola de silbidos y abucheos emerge asqueada desde la multitud. Los dardos también se disparan contra el negocio inmobiliario que no ha detenido su crecimiento y que sigue llenando los bolsillos de los especuladores del empresariado y sumando desventajas en materia de colapso de servicios para el ciudadano común.Los oradores llegan hasta el final del documento visiblemente dolidos por la falta de respuestas de parte del estado y por el reavivamiento de aquellas escenas que los tuvieron como protagonistas dos años atrás. Luego, se procede a la lectura de los nombres de las 89 victimas fatales de la inundación, con la replica de “presente” a viva voz por parte de toda la concurrencia.Concluida la lectura del documento, se inicia la marcha a la gobernación, situada frente a la plaza San Martín. La columna avanza compacta por 51 hasta avenida 7, luego rodea la plaza y se detiene frente a las rejas del sombrío edificio, escenario de reclamos y distancias insondables entre un pueblo y sus representantes.
.jpg)