Rodolfo Walsh ingresó a Montoneros dejando atrás los egos personales en pos de un proyecto colectivo. Su decisión es aún hoy cuestionada por distintas figuras públicas, entre las que se encuentra Jorge Lanata. Hugo Montero, autor de “Rodolfo Walsh, los años montoneros" sostiene que esos planteos “están marcados por uno de los elementos particulares de este presente que es el individualismo y la conquista personal”.
“Hubiera preferido que siguiera escribiendo cuentos”. La frase pertenece al periodista Jorge Lanata, y fue pronunciada en 2010 en el programa televisivo A dos voces. Fue reiterada luego en varias oportunidades, entre las que se cuenta la reciente entrevista que brindó a la revista dominical Viva, con motivo de una nueva temporada del programa Periodismo para todos. En comunicación con Rap, Montero sostuvo que “hay mucha gente que piensa como Lanata con respecto a Walsh, lo que se perdió el periodismo o la literatura argentina con la decisión de su entrada a la militancia y, si no lo dicen, lo piensan”.
Señaló que “hay personalidades a las que les cuesta mucho comprender el pasaje de profesional a la política y sucede con un montón de artistas e intelectuales de los años `70, donde no entienden las razones por las cuales su camino de ambición individual o de logros personales, se posterga en virtud de participar de una experiencia colectiva de transformación política, con sus errores, falencias, con lo que significó los años `70’”.
Para Montero, las declaraciones de Lanata resultan “lógicas y en un punto naturales”. Afirmó que “le cuesta mucho a personalidades que están marcadas por uno de los elementos particulares de este presente, que es el individualismo, la conquista personal, el lugar que conseguís pegando codazos a tus colegas; desde este punto de vista es muy difícil comprender por qué tipos con enorme talento, con mucha capacidad para su oficio, con un renombre conseguido, un día deciden integrarse a un proyecto político donde no eran los protagonistas ni las cabezas de esas organizaciones”.
El militante
Hugo Montero escribió junto a Ignacio Portela el libro “Walsh, los años montoneros” (Peña Lillo, Ediciones Continente) donde exploraron las actividades que desarrolló el periodista en la organización, así como los motivos de su elección. Montero sostuvo que “lo que veíamos es que se rescataba una imagen sesgada de Walsh, y esta decisión tiene que ver con la incomodidad que le producía a la Argentina la lectura de los 70'”. En este sentido señalaron que si bien se lo presentaba como un periodista talentoso, comprometido intelectualmente, “su militancia se intentaba eludir en libros. Las miradas de Walsh frente a la violencia política, su rol como miliciano y agente de inteligencia de Montoneros es algo que incomoda porque cada personaje que se rescata del pasado genera un debate en el presente”.
Una de las acciones más conocida de Walsh en Montoneros es la postura crítica ante la conducción de la organización. Montero explicó que “después de un drama personal es que se la juega y escribe unos documentos con una salida alternativa, intentando defender la vida de los militantes, asumir la derrota, ver el enorme error que la conducción nunca terminó de asumir”. También rescata la capacidad de Walsh para vislumbrar lo que sucedía, y con una mirada constructiva, agregando que buscaba “modos de resolver los problemas, de encontrar una alternativa al desangre que estaba viviendo la organización a la que pertenecía y a la que nunca renunció”. Recalcó que es importante tomar en cuenta esa actitud, “porque si no parece que Walsh siempre estaba en beligerancia con la organización que pertenecía y, en realidad, lo que había era una mirada cuestionadora de una serie de aspectos que él puso sobre papel y discutió como pudo”.
Antes de ingresar en la organización guerrillera, Walsh canalizó su militancia a través de prácticas periodísticas, como fueron Prensa Latina - ligada al gobierno cubano de Fidel Castro -, y el semanario de la CGT de los argentinos. Su compromiso también se vislumbró en su producción literaria cuando tras Operación Masacre, volvió a indagar en las corruptas y sanguinarias prácticas de la Revolución Libertadora con El caso Sanatovsky. Más tarde, con ¿Quién mató a Rosendo? decidió meterse de lleno en la lucha que libraban la burocracia sindical y los gremios combativos.
Montero afirmó que, desde que Walsh escribió Operación Masacre, “tenía muy en claro desde que lugar de la división social se iba a parar para escribir sus historias, y que eso iba a significar la persecución, la clandestinidad, la pobreza, el hecho de tener que publicar casi todas sus investigaciones en prensa independiente y marginal, de estar alejado de los centros de poder. Esa enseñanza la tenía muy clara cuando no había asumido todavía la decisión de participar de una organización revolucionaria”.
En palabras de Walsh
En sus papeles personales, Walsh se mostró siempre como una persona un tanto insegura. Casi como un ejercicio, repasaba y ponía en juicio sus decisiones constantemente. Su compromiso político y la puja con su ambición literaria avanzarían con el pasar de los años, consumiéndole hojas de reflexiones. En 1970 escribiría “todos nuestros escritores están exiliados frente a la revolución". El mismo texto incluiría crudas reflexiones sobre su lugar en la lucha por un cambio social: “nuestro rango en las filas del pueblo es el de las mujeres embarazadas, o los viejos. Simples auxiliares, acompañantes.”
Será en 1972, con la decisión de comprometerse de lleno, que escribiría “si yo muriera mañana una parte de mi vida - esta parte de mi vida - podría parecer insensata”. En el mismo texto señalaría que “esa reivindicación personal no es lo que más me importa (aunque no sea capaz aún de renunciar a ella) lo que importa es el proceso que ha pasado por mi la historia de cómo yo cambié y cambiamos los demás y cambió el país”.