El centro cultural municipal Islas Malvinas fue sede del 8vo Festival de Cine Latinoamericano de La Plata - FESAALP-. Según lo que señalan los organizadores, debido a la mala infraestructura del espacio y a la superposición con otras actividades culturales, las actividades no pudieron desarrollarse plenamente. Manifiestan su desacuerdo con la gestión de la institución "por darle prioridad a la cantidad y no la calidad de las exposiciones artísticas".
Por octavo año consecutivo, se realizó en la ciudad el Festival de Cine Latinoamericano La Plata. Las actividades tuvieron lugar en el centro cultural municipal Islas Malvinas, ubicado en 19 y 51, desde el 25 de septiembre al 8 de octubre y se planteó como un espacio para el intercambio de experiencias entre el público y los realizadores. Además de sus variadas secciones de competencias y muestras paralelas, el festival apuesta año tras año a desarrollar un Espacio Formativo, donde se realizan Conferencias, Talleres y Seminarios para debatir, pensar y reflexionar sobre el cine contemporáneo y futuro.Lía Gómez, partícipe de la organización del evento, explicó en diálogo con Rap que, debido a la mala infraestructura del espacio y a la superposición con otras actividades culturales, el festival no pudo desarrollarse plenamente y las proyecciones de cierre se superpusieron con la Fiesta Artesanal de la Cerveza. Problemas similares habían tenido el año pasado cuando, en el espacio exterior del centro cultural afuera se realizaba un recital con desfile de moda y fuego artificiales.
Desde la organización se había decidido posponer el festival una semana, teniendo que abandonar su fecha histórica, para no encontrarse con un nuevo espectáculo por el día de la primavera. Sin embargo, a pesar de haber recibido a principio de año una grilla con los horarios de las presentaciones, la dirección no brindó las condiciones necesarias para que el evento se desarrollara plenamente.
Además, se toparon con graves problemas de infraestructura que no permitieron recibir a los espectadores y a los participantes como hubieran querido. Se encontraron con “baños clausurados o en condiciones deplorables, un baño prácticamente privatizado por el bar, salas tapiadas rompiendo su arquitectura original, cortinas rotas desde hace años, estufas que no funcionan, sillas defectuosas o de mala calidad, faltante de una puerta de vidrio, goteras y falta de iluminaria en la salas.” A su vez, las paredes internas del edificio estaban pintadas a la mitad, “lo necesario para tapar las huellas de la inundación” informaron en la carta abierta.
Marca institucional
En la carta abierta que se difundió desde la organización del festival se dijo que “en esta ocasión, quizás agobiados por la urgencia que les significa las Elecciones Legislativas, la gestión del Malvinas encabezada por el Sr. Horacio Álvarez no tuvo reparos en organizar, entre otros eventos superpuestos de la semana, la Fiesta de la Cerveza Artesanal, con recitales en vivo, o bien hacer compartir espacios a una muestra de fotos con un taller de Flamenco cerrando el acceso al público. Vale aclarar que dos días previos al Festival, nos habían confirmado que no habría actividades en la Plaza.”
Lía aseguró que los inconvenientes con la gestión de Malvinas tienen que ver con “un no respeto por la cultura y por las actividades que se hacen en el lugar”. “Todo al mismo tiempo en un mismo espacio no implica que haya mucha más cultura sino que lo que implica es que haya una saturación de cosas donde nada se entienda”, agregó.
Los problemas con la gestión del espacio, aseguró Lía, han llevado a pensar a la organización del festival a que no van a poder realizarlo en el año que viene en el Centro Cultural Islas Malvinas. Esto se da también porque “más allá de la gestión de eventos hay una cuestión de prepotencia, no de maltrato, pero sí de posición distinta frente a las cuestiones de género. Esto llevó a que tuviéramos varios inconvenientes con los chicos que ayudan en el festival y que forman parte del equipo junto con el director del Malvinas. Hay poca predisposición de su parte para organizarnos.”
En esa presentación del festival también decían “este festival carga consigo años de silencios y hoy está listo para gritar, para hacerse ver, oír y sentir a través de la pantalla”. “Está claro que nos referíamos a los años del cierre de la carrera de cinematografía, pero también al arrasamiento cultural que significó toda una generación desaparecida en la argentina, una década de los 90 que invisibilizó la cultura como posibilidad, y que hoy tiene sus huellas en acciones que solo priorizan la cantidad antes de la calidad".
Los organizadores del festival manifestaron la necesidad de que se respeten los espacios de todas las actividades culturales. “La cultura no es una sumatoria de actividades sin sentidos uniformes, tampoco la gestión implica una saturación de agenda que no respeta lo pautado. La cultura es un sentido social, político, histórico, imaginario y colectivo, pero que solo puede ser perceptible con el debido respeto que cada una de las actividades que se realizan se merecen, porque los trabajadores de la cultura ante todo ponen el sentido más profundo del convencimiento sobre aquello que hacen“, concluyeron en la carta.
El festival surge en el año 2006 con el fin de crear un espacio que dé lugar al cine latinoamericano. “Siempre que se abren nuevos espacios de expresión artística surgen desafíos. Desafíos que el cine viene enfrentando desde su origen, peleando por la libre expresión, un lugar donde exhibirse, por la aceptación del público y sobre todo por poder concebirse”, decían en la apertura del primer festival.